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¿Cómo alcanzar tus sueños?

¿Cómo dejar de ser un procrastinador?

¿Qué es la procrastinación?

¿Te consideras una persona procrastinadora? Todos tenemos miles de cosas que hacer en nuestro día a día, a veces nos sentimos demasiado abrumados por nuestras responsabilidades, pues vivimos una vida agitada en la que nos vemos obligados a alimentar al mounstro de nuestras responsabilidades, el cual siempre tiene hambre y nos persigue a donde quiera que vayamos, no tenemos más opción que alimentarlo día tras día, pero el problema es que cada vez que le damos algo de comer siempre vuelve por más, pues siempre que cumplimos con una responsabilidad u obligación viene otra a reemplazarla, y el hueco en el estómago de nuestro mounstro se mantiene, y antes de que nos demos cuenta nos está succionando hasta el alma. Pero hay días en los que simplemente dejamos de alimentarlo y lo dejamos con un hambre voraz, lo cual sólo es peor para nosotros. 

¿Te resulta familiar ese sentimiento? ¿El estar abrumado o abrumada? ¿El sentirte incapaz de terminar lo que tienes que hacer? A veces podemos confundir nuestra procrastinación, esa tendencia a aplazar las cosas y nunca terminarlas como un signo de flojera, falta de organización o disciplina, incompetencia, y sí, quizás a veces pecamos de alguna de esa cosas, pero ¿Nunca te has preguntado si esas son las únicas explicaciones posibles a ese mal hábito tuyo?

Miedos e inseguridades:

¿No será que la verdadera razón por la que no haces las cosas, no es porque no puedas, sino porque tienes miedo de hacerlas? Quizás de lo que estás pecando no es de ser una persona floja, desorganizada o indisciplinada, sino de tener baja autoestima o autoconfianza, tal vez tienes una percepción muy pobre de tu persona, lo que te lleva a dudar de tu capacidad para poder realizar determinadas cosas, puede que no tengas la suficiente confianza en ti para creer que puedes lograr tus objetivos. Todos estos problemas te llevan a tener múltiples inseguridades que no te permiten actuar de la forma en la que quisieras, y no hay que olvidar que las cosas no se hacen solas, y si no se actúa, no podemos conseguir nada, lo que nos sumerge cada vez más hondo en el mar de la frustración. 

El problema es que tienes miedo de lo que pasaría si no logras completar la tarea que tienes en mente, te preocupas por la posibilidad de terminar fracasando y en consecuencia, te paralizas. Si quieres saber cómo trabajar en tu autoestima y autoconfianza lee mis entradas: Tengo mala autoestima ¿Qué debería hacer? o ¿Cómo mejorar mi autoconfianza?

Falta de motivación y un mal estado anímico:

Otra posibilidad es que tengas otra clase de problemas que actúan como obstáculo entre tú y la acción que deseas realizar pero que has estado postergando, debes de saber que es normal que eso suceda, después de todo las acciones humanas son realizables gracias a la motivación y a un estado anímico que favorezca la productividad. 

¿A qué me refiero con esto? Déjame explicarlo con un ejemplo personal: A mí me gusta escribir historias de ciencia ficción, sin embargo, he tenido varios períodos de tiempo en los que no me fue posible escribir ni una sola palabra por meses, lo anterior se debió a dos factores: La motivación, y mi estado anímico. 

Veamos el primer factor: La noche en la que auto publiqué mi primer libro de ciencia ficción me dormí entre lágrimas a causa de otro de mis episodios de ansiedad, esa ansiedad, que siguió molestándome por varios meses (y hasta la fecha hay ocasiones en las que vuelve), no es más que mi miedo a acabar como una escritora muerta de hambre y no ser capaz de vivir de mi escritura. Aquello, obviamente afectó mi motivación, y al pensar que no había valido la pena hacer el primer libro, ya no he vuelto a trabajar en el segundo libro, y a decir verdad hay días en los que no quiero volver a escribir nada. En resumen, yo tengo algo que hacer (escribir un segundo libro), pero ya no estoy motivada y por ende procrastino al respecto y no lo hago. 

Sobre el segundo factor, debido a mis problemas con la depresión descubrí que necesito sentirme tranquila, feliz, emocionada para poder escribir algo, no me resulta posible hacerlo sintiéndome triste, vacía y miserable. En resumen, yo quería hacer algo (escribir historias), pero me sentía deprimida y no podía hacerlo por más que quería. 

Dicen que “querer es poder”, pero yo no estoy de acuerdo con esa idea, para mí “querer no es poder”, el deseo no es lo único determinante para poder realizar una acción y conseguir un objetivo, contrario a la romantización de los deseos y los sueños en nuestra cultura, puesto que la realidad es que no importa cuánto quieras algo, si emocionalmente te sientes demasiado mal, lo más probable es que no puedas hacer ese algo, por lo tanto: Querer es poder, pero sólo bajo determinadas circunstancias. 

Nuevos hábitos para dejar de procrastinar:

Recuerda por qué quieres hacer esto:

¿Alguna vez has sentido que vives en automático? Más como un robot programado para ejecutar una acción, que como un humano, un ser vivo con pensamientos y sensibilidad que actúa de manera orgánica, bueno, es más común de lo que parece sentirse así, puesto que hoy en día llevamos un estilo de vida tan acelerado que sólo completamos una tarea tras otra, hasta que nos agotamos y olvidamos por qué lo estamos haciendo en primer lugar, o incluso puede ser tan grave para hacernos sentir que no tenemos ni la más mínima idea de lo que estamos haciendo.

Si quieres saber cómo solucionarlo lee mi entrada Me siento desmotivado ¿Qué debería de hacer? Un truco para sentirte motivado o motivada nuevamente y volver a hacer una acción que dejaste de hacer consiste en recordar, recuerda por qué la estabas haciendo en primer lugar, cuáles eran los resultados que esperabas, por qué querías llegar a dichos resultados, qué impacto positivo iba a tener en ti obtenerlos. Una vez que rebobines hacia esos recuerdos, te será más sencillo recuperar la motivación para empezar otra vez desde donde te quedaste. Tómate tu tiempo para hacer esto, y trata de recordarlo todos los días, vuelve a dejar que esas metas te emocionen, y una vez que recuperes tu motivación, asegúrate de no soltarla, y si lo llegas a hacer, recupérala otra vez. 

Deja de dudar de tus capacidades:

Todos pecamos de no sentirnos suficientes en algún momento de nuestras vidas, es natural que aspiremos a más cosas, que tengamos expectativas absurdamente altas acerca de todo, lo cual desafortunadamente nos incluye a nosotros, por lo que terminamos cuestionandonos si somos lo suficientemente buenos o capaces para hacer algo, o incluso de si merecemos alcanzar ese algo para empezar. 

Tenemos que dejar de idealizar todo lo que tocamos mientras alimentamos la idea de que no estamos lo suficientemente capacitados para hacer las cosas. Seamos honestos, si queremos estar capacitados necesitamos experimentar, pues la forma en la que verdaderamente aprendemos a hacer las cosas es haciéndolas, así que ¿Cómo quieres estar capacitado(a) para hacer algo que no te das la oportunidad de hacer? ¿Quieres aprender? Házlo, tal vez tienes la capacidad, tal vez no la tienes, pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Un truco que puedes probar, es simplemente fingir: Actúa como si supieras lo que estás haciendo aunque no sea así, y antes de lo que te imaginas, habrás aprendido cómo se hace. 

No te fuerces demasiado:

Como dije anteriormente, puede que procrastines porque te falta motivación o porque simple y sencillamente no te sientes bien, y está bien si es por eso, no se puede estar de humor todo el tiempo para hacer las cosas que tienes que hacer. Cuando sientas que alguna de estas dos causas te está frenando y aún así lo intentas de todos modos, lo más seguro es que no consigas otra cosa más que frustrarte. 

Así que tómatelo con calma, no pienses que tienes que hacer las cosas a una hora del día en específico, y date la oportunidad de hacerlo a la hora que tú puedas hacerlo, y que te sientas con la motivación necesaria y un buen estado anímico, es decir, cuando sea que tengas ganas y estés de buen humor. 

En caso de que sientes que a ninguna hora del día se cumplen estas condiciones, entonces tal vez sea momento de que hagas de tu bienestar tu prioridad, identifica qué es lo que te está estresando, causando ansiedad, o provocando cualquier emoción o sentimiento negativo que te esté bloqueando y trabaja en eso, a veces arrastramos con nuestros problemas a las actividades que tenemos pendientes de realizar, y eso es precisamente lo que nos impide completarlas. 

Empieza poco a poco:

Agarrar un hábito puede ser un reto debido a que requiere una cantidad inmensa de fuerza de voluntad y disciplina, esto posiblemente ya lo sabías, y antes de que te frustres y pienses que vas a seguir procrastinando para siempre y que tal vez no conseguirás tus objetivos en la vida, déjame decirte que hay soluciones más sencillas de las que te imaginas.

No te sientas mal si al principio no quieres dedicarle ocho horas al día, cinco días a la semana a la actividad que tienes que hacer, tienes que entender que eso no te hace una persona floja ni incompetente, como a veces tu cerebro te quiere hacer creer. Lo importante para que te acostumbres a hacer una actividad con frecuencia no es obligarte a hacerla en sesiones largas e intensas día tras día; ¿Sabes qué es lo importante para acostumbrarte? Encontrar la forma de que disfrutes lo que estás haciendo.

Es más fácil tener la voluntad de hacer algo que te gusta todos los días, que algo que no te gusta todos los días. Encuentra la forma de disfrutar esa actividad y tendrás ganas de hacerla con más frecuencia; y no olvides dedicar períodos cortos de tiempo al principio e ir aumentando el tiempo y la intensidad de tus sesiones paulatinamente, lo anterior hará más fácil que disfrutes de lo que estás haciendo, y antes de que te dés cuenta podrás dedicarle más tiempo a esa actividad sin hacer ningún esfuerzo. 

Conclusión:

Es normal procrastinar, no es el mejor hábito del mundo, pero todos somos culpables de ello en algún momento de nuestras vidas, lo importante es aprender a reconocerlo y comenzar a actuar para que no nos impida hacer las cosas que necesitamos hacer para alcanzar nuestros objetivos, así que recuerda tener en mente tu motivación, cuidar tu estado de ánimo, no ser tan duro o dura contigo, y agarrar nuevos hábitos con paciencia procurando en todo momento tu felicidad, y con el tiempo podrás dejar de procrastinar. 

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Consejos para adaptarse a los cambios

¿Qué son los cambios?

Todos estamos familiarizados  con los cambios, después de todo los experimentamos a lo largo de toda nuestra vida, se trata de situaciones que alteran nuestro orden interno, modifican nuestra rutina, nos quitan lo que nos es familiar, pero sobre todo nos someten a la novedad, a aquello que no hemos experimentado con anterioridad. 

Sobrellevamos los cambios de maneras distintas, depende tanto de la persona como de la situación de novedad en cuestión que representa el cambio mismo, a veces nos sentimos bien con los cambios, y nos acostumbramos a ellos con facilidad, y en otras ocasiones nos producen reacciones negativas, tales cómo miedo o ansiedad por lo que nos cuesta trabajo aceptarlos.

¿Por qué nos dan miedo los cambios?

En ocasiones los cambios nos asustan, pero ¿Por qué? El miedo que nos genera se debe a que cuando nos enfrentamos a un cambio nos enfrentamos también a la responsabilidad de salir de nuestra zona de confort y experimentar algo nuevo, algo a lo que al no estar acostumbrados, nos preocupa no saber hacerlo o no disfrutarlo una vez que lo hayamos hecho, o ambas. Si tú te identificas con esto, es hora de que aprendas a conciliarte con los cambios, así que a continuación te daré tres consejos útiles y prácticos para conseguirlo, de modo que puedas vivir una vida más tranquila, plena y feliz. 

Consejos para adaptarse a los cambios:

1) Controla tu ansiedad:

Uno de nuestros principales problemas a la hora de afrontar los cambios en nuestra vida diaria es que sufrimos de ansiedad, si tú también la sufres lee aquí mi entrada ¿Cómo lidiar con mi ansiedad? Dónde podrás ahondar más en el tema. Cuando sentimos ansiedad básicamente tenemos una excesiva preocupación por el futuro, la clave para controlarla es no reprimirla puesto que si lo hacemos nos podríamos terminar frustrando, en vez de eso debemos de tener una conversación con ella y rechazar las ideas de las cuales nos trata de convencer. 

Al experimentar un cambio tu ansiedad automáticamente intentará comunicarse contigo, te dará razones para creer que ese cambio es malo, que no te va a gustar, qué no sabrás cómo actuar ante él, que van a pasarte cosas malas a causa de este, tal vez incluso te haga sentir mal contigo mismo o contigo misma.

Cuando eso pase quiero que imagines que hablas con una persona que está siendo grosera y mala contigo ¿Cuál es la mejor manera de reaccionar? Primero, cómo tú eres mejor que esa persona, vas a ser amable y escuchar lo que dice (aunque por dentro no lo tomes en serio realmente), mientras escuchas vas a respirar hondo para tranquilizarte, y después le vas a contestar: “No te creo, y no tengo tiempo para ti, debo adaptarme a este nuevo cambio, y no necesito de tu negatividad para lograrlo, yo tengo la capacidad de conseguirlo y lo haré sin ti”. 

Una vez que le hayas contestado así a tu ansiedad, te sentirás mejor contigo mismo, más seguro, más tranquilo, pero sobre todo más capaz, y solo así, con la cabeza fría podrás pensar en nuevas formas de enfrentarte a este cambio de modo que puedas adaptarte al mismo posteriormente. Ya que lo hayas resuelto y te hayas adaptado descubrirás que pudiste solo(a), sin tu negativa y cruel ansiedad, y sin perder el tiempo tratando de reprimirla o dejando que te haga sentir mal.

2) Concéntrate en tus motivaciones para afrontar los cambios:

Existen dos tipos de cambios: El que nosotros mismos provocamos, y el que es provocado por causas externas. Hablemos del primer tipo de cambio: Hay momentos de nuestra vida en los que queremos hacer una determinada acción, pero llega un punto en el que la única forma de completar dicha acción es adaptándonos al cambio: Salir de nuestra zona de confort, hacer algo que nunca antes hemos hecho, arriesgando nuestra comodidad.

Cuando te enfrentes a esta situación, deberás superarla, y la forma de hacerlo es haciendo memoria: Recuerda que todo es un medio para un fin, que el cambio es necesario para que logres alcanzar un objetivo, concéntrate en el objetivo, acuérdate de todas las razones por las cuáles te lo propusiste en primer lugar y por las que es importante para ti. Una vez que hayas recordado el por qué estás haciendo todo esto, habrás encontrado tus motivaciones para enfrentarte al cambio con valentía y adaptarte a él.

Ahora, con respecto al segundo tipo de cambio, hay veces en las que nosotros no hicimos nada, pero por causas externas se presenta un cambio en nuestras vidas que trata de obligarnos a salir de nuestra zona de confort. Cuando la esto pase el primer paso a seguir es no victimizarnos, puesto que a veces nos limitamos a pensar que la vida es injusta con nosotros y que no deberíamos de estar pasando por una determinada situación, tenemos que aprender a aceptar que el cambio es parte de la vida y va a presentarse cuando tenga qué, y que para enfrentarlo no hay que perder el tiempo lamentándonos por su presencia, sino aceptarlo sin quejarnos y enfocar nuestra energía en adaptarnos, en la transformación humana que el cambio nos da, no desperdiciarla pensando que somos víctimas de la situación.

Una vez que pasemos de ser víctimas de la situación a personas en proceso de transformación ante el cambio, tendremos la mente fría y dispuesta a idear formas de adaptarnos a este nuevo cambio, y realmente aplicarlas de modo que lo logremos al final.

3) No te frustres a la primera:

Es común que al estarnos adaptando a los cambios tengamos que intentar cosas nuevas que no siempre salen como nosotros esperábamos, lo que dispara nuestro estrés, ansiedad o inseguridades, si tú sientes que estás pasando por eso lee aquí mis entradas: Consejos para lidiar con el estrés, o ¿Cómo mejorar mi autoconfianza?

En fin, para mantenernos bajo control cuando eso suceda tenemos que entender que estamos tratando de hacer algo que es nuevo para nosotros, lo cual significa que estamos tratando de resolver las cosas por método de prueba y error, por ende, es normal que nos equivoquemos y que las cosas no resulten a la primera.

Sin embargo, lo importante es seguirlo intentando hasta dar con la respuesta correcta ante este cambio al cual nos queremos adaptar, debemos de procurar una mentalidad positiva en la que veamos el lado bueno de las cosas y no solo nos obsesionemos con el lado malo, si te cuesta trabajo lograrlo lee mi entrada: ¿Cómo tener pensamientos positivos?

Debes aprender a controlar tu frustración, puesto que si conservas una mentalidad negativa ante las situaciones que no salgan a tu favor y caes en la melancolía de que las cosas no van a funcionar, lo único que estás haciendo es limitar tu propio potencial de avanzar al siguiente nivel, pues te resignas a que algo no saldrá bien, en vez de pensar cómo hacer que salga bien, recuerda que depende de ti perseverar con lo que quieres conseguir, y para adaptarte al cambio tendrás que cumplir muchos propósitos en el proceso. 

Conclusión:

Lo siento, pero en esta vida siempre va a haber novedad, disruptivas de todo lo rutinario, conocido, cómodo, tendrás que experimentar cosas nuevas, exponerte fuera de tu zona de confort, y conseguir objetivos en tu camino de adaptación al cambio, pero recuerda que es natural experimentar cambios, así cómo lo es sentir estrés, ansiedad, miedo o frustración en el proceso, la clave es aprender a controlar estas cosas negativas y no dejarte controlar por ellas. 

Recuerda que una mentalidad positiva que no gasta su energía en quejas negativas con respecto a las cosas nuevas, que recuerda sus motivaciones y controla su estrés y ansiedad es la que mejor se adapta al cambio, y al igual que la teoría de la selección natural dónde el que sobrevive es el que mejor se adapta, tú puedes ser el que mejor se adapta a su nuevo ambiente y sobreviva al final, así que sólo inténtalo, y feliz cambio. 

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Me siento desmotivado ¿Qué debería de hacer?

¿Por qué es importante la motivación?

La motivación es el combustible de nuestras almas, es la energía potencial de un cuerpo transformándose en energía cinética, aquello que produce el movimiento que caracteriza el organismo de nuestro cuerpo, como la circulación de la sangre en nuestro corazón, o los parpadeos de nuestros ojos, e incluso va más allá de las simples funciones corporales que nos mantienen con vida, pues llega hasta las acciones que llevamos a cabo todos los días.

Sin motivación no existe el movimiento, los seres humanos requerimos de ella para poder actuar en nuestras vidas cotidianas, o de lo contrario nuestra energía cinética disminuye y se limita a simplemente ser el mecanismo que nos mantiene con vida, de modo que estamos vivos, pero no actuamos como tal porque nos falta el combustible de la motivación para realmente vivir.

Imagina que estás a bordo de un cohete intentando hacerlo volar hasta llegar a tu destino, ese cohete representa tus acciones, y ese destino al que se dirige las metas que logras gracias a tu accionar. Sin embargo tú cohete necesita de un combustible para continuar volando, dicho combustible es tu motivación, debes saber que tú cohete no te va a llevar a ningún lado si deja de volar por falta de combustible en pleno trayecto. Por lo tanto, es tu responsabilidad suministrarlo para garantizar que continúes volando, ya que si este se acaba vas a terminar a la deriva en el espacio, presa de la estática, con baja energía cinética, con vida, pero sin estar realmente viviendo.

Recuerda cuál es el propósito de hacerlo:

La motivación que nos lleva a actuar en nuestras vidas es una variable, no una constante, lo que significa que está a veces hace acto de presencia y a veces no. Lo anterior podrá parecer algo triste e injusto, y quizás lo es, pero así es la vida, a veces nos sentimos bien y a veces mal, a veces tenemos motivación y a veces no.

Por supuesto, el problema es cuando la variable de la motivación está ausente y nuestro cohete se queda varado en el espacio, así que ¿Qué podemos hacer en esos casos? ¿Cómo podemos recuperar nuestra motivación y cargar el tanque de nuestra nave? Lo primero que debes hacer es recordar por qué estás haciendo lo que estabas haciendo antes de perderte en el vacío sideral.

Tienes que pensar en la actividad que estabas realizando (y por la cual has perdido tu motivación) e invocar los pensamientos, emociones y sentimientos con los que comenzaste a hacer dicha actividad, pregúntate a ti mismo(a) ¿Cuál es el propósito de eso que estaba haciendo? ¿Por qué o para qué lo hacía? ¿Qué me hacía pensar y sentir cuando lo hacía?  Una vez que logres rebobinar hacia esos recuerdos vas a recuperar lo más importante, vas a recordar el propósito de tu movimiento, y vas a volver a sentir la motivación por el mismo.

Procura disfrutar el proceso:

Anteriormente en mi entrada Ser demasiado perfeccionista y autoexigente mencioné que es importante que dejemos de creer que siento perfeccionistas y autoexigentes de forma extrema nos va a ayudar a conseguir nuestros objetivos, puesto que la realidad es que no nos da más que frustración, baja autoestima, y baja autoconfianza, y si es que nos ayuda a cumplir una meta, sólo nos dará un instante de felicidad que no vale la pena comparado con todo un proceso de haber sentido miseria y sufrimiento, lo que nos llevaba a la cuestión: ¿Qué no es mejor tratar de disfrutar nuestro largo proceso, y no sólo un instante de éxito al final?

Entonces, si te sientes desmotivado o desmotivada quizás se debe a que estás tan impaciente con respecto a los resultados que esperas obtener, tal vez te has olvidado de disfrutar del proceso que solías llevar a cabo para llegar a dichos resultados, puede ser que esta sea una oportunidad para retroceder un instante y recordar que vas a cumplir tu propósito o meta tarde o temprano, pero mientras tanto debes pasarla bien mientras intentas llegar hasta ese punto.

Sé paciente contigo mismo(a):

A veces nos cuesta trabajo mantener nuestra motivación con respecta a una cierta actividad en nuestras vidas debido a que dicha actividad nos toma más tiempo del que nos gustaría que tomara, y debido a ello no hemos tenido todavía el gusto de disfrutar de los resultados de dicha actividad, es decir, no hemos alcanzado la meta o el propósito por el cual hacemos esa acción en primer lugar, lo que nos lleva a sentirnos desesperados, frustrados, y sin ganas de continuar haciéndolo. 

Puede que tú problema sea una mezcla de falta de placer por lo que haces, e impaciencia por obtener tus objetivos, puesto que ya no te gusta lo que tienes que hacer para obtener cierto resultado, y ya te desesperaste de no llegar a este. Cuando te sientas así tienes que recordar que las cosas toman su tiempo, hay acciones que deben efectuarse durante períodos más largos para rendir sus frutos, así como hay acciones que en menos tiempo los dan. 

A lo mejor te tocan acciones de mayor duración o de menor duración, y si te tocan las más largas, las que requieren de un mayor tiempo de espera para darte algo a cambio, tienes que aceptarlo, acepta que no todo está bajo tu control, que las cosas pueden alargarse más de lo que tú quieres, y aprende a ser paciente al respecto, no te desesperes y no te olvides de disfrutar de lo que haces por la impaciencia.

Conclusión:

Cuando la motivación actúe como una constante en tu vida y se olvide de hacer acto de presencia, lo mejor será que tomes una pausa para poner tus ideas en orden, recuerda por qué te gustaba la acción que estabas llevando a cabo, por qué querías los resultados de la misma; entiende que cuando llegues a dichos resultados la felicidad tan solo dura un instante por lo que no debes descuidar la felicidad que ofrece el largo proceso que te lleva a alcanzar un objetivo; y sobre todo date cuenta de que no puedes controlar absolutamente todo, pues las cosas llevan su tiempo, tal vez tú quieras que se logren más rápidamente, pero es probable que eso no pase y tengas que esperar y tenerte más paciencia.

Piensa que tú cohete puede llegar a dónde tú lo quieras llevar, puedes hacer que la variable de la motivación se vuelva una constante para poder suministrarle el combustible a tu nave. La motivación depende de ti, pero una vez que la recuperes y aprendas a mantenerla de tu lado, el movimiento ocurre de forma natural, entonces la energía cinética se apoderará de ti asegurándose de que acciones, y mientras acciones y te muevas, los resultados de ese accionar llegarán tarde o temprano.

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¿Cómo cumplir tus propósitos de año nuevo?

¿Qué son los propósitos de año nuevo?

El año tiene trescientos sesenta y cinco días, y cuando llegamos al último día en el calendario es costumbre festejar el comienzo del primer día del nuevo año, el año nuevo es una celebración que toma lugar cada año en el 31 de diciembre, acostumbramos a hacer una cena especial, y cuando el reloj está a punto de dar las doce, suenan doce campanadas, y en cada campanada nos comemos una uva, y por supuesto pedimos un deseo por cada una, estos son doce deseos por cada mes del año, y son sobre cosas que queremos que se nos cumplan durante el próximo año. 

Hoy es 6 de enero, hace seis días fue año nuevo y comimos las tradicionales doce uvas mientras pedíamos nuestros deseos, así que es un buen momento para volver a las cosas que pedimos y hacer que sucedan, ya que el nuevo año está apenas comenzando. Pero la cuestión es: ¿Cómo convertimos esos deseos en realidad? A continuación te presentaré seis consejos para que puedas hacerlo.

1) Dale un significado a cada propósito:

Los seres humanos somos seres emocionales, lo cual significa que somos motivados por emociones y sentimientos, y gracias a los mismos es que accionamos, eso significa que vas a intentar hacer las cosas que te importen a nivel personal, mientras que las que no te importen difícilmente te molestarás en hacerlas. Esto pudiera parecer muy obvio, pero no lo es, a veces tenemos propósitos que no cumplimos por el simple hecho de que no nos importan lo suficiente, es por ello que antes de perseguir cada propósito que haces, tienes que explicarte a ti mismo el porqué de ello ¿Por qué lo quieres? ¿Por qué te importa? 

Necesitas tener una conversación seria contigo mismo(a) en la que te expliques estas cosas sobre cada uno de tus propósitos, puedes dejar las cosas claras en esa plática interna o escribirlas para asegurarte de no olvidarlas, pero lo importante es que respondas a estas preguntas sobre cada propósito, y las recuerdes, de ese modo transmitirás tus emociones y sentimientos a cada uno de ellos, y harás que te importen de verdad, y si te importan de verdad vas a accionar. 

2) Vive cada día como si fuera un nuevo día:

¿No te ha pasado que en los primeros días de enero tienes más energía y motivación para hacer las cosas, pero las pierdes a lo largo del año? Es muy típico, los primeros días sales a correr al parque en las mañanas, y durante el resto del año no vuelves a poner un pie en el parque, pero ¿Por qué pasa esto?

Nuestro cerebro tiene una afinidad por aquellas cosas que son “nuevas”, por ejemplo, siempre que compramos un producto nuevo nos emocionamos por estrenarlo, pero a veces una vez estrenado ya no nos interesa tanto, pues ya perdió la novedad, ya dejó de ser nuevo. Es cómo cuando compras algo que sólo usas una vez y después lo olvidas y lo dejas tirado por ahí. 

Necesitamos enseñarle a nuestro cerebro a no perder esa sensación de novedad para así poder mantener nuestra misma energía y motivación de hacer las cosas por un tiempo más prolongado, ¿Por qué no todo el año? Intenta lo siguiente: Vive cada día como si fuera primero de enero, no te olvides de ese entusiasmo y felicidad con los que comienzas el año, y cada que comiences una nueva semana, mes o incluso día, vuelve a esa emoción, eso te ayudará a estar más alegre y motivado, con lo que te será más fácil ser productivo(a) a la hora que cumplir con tus propósitos de año nuevo. 

3) Establece recordatorios:

Seamos sinceros, hay una diferencia entre la cantidad de propósitos que hacemos y la cantidad de propósitos que realmente cumplimos, si bien las razones de lo anterior pueden variar, un motivo por el cual no todos nuestros propósitos se convierten en realidad es simple y sencillamente porque los olvidamos, olvidamos qué queríamos lograr en primer lugar, olvidamos por qué lo queríamos, y nos olvidamos de accionar para poderlos lograr. 

Por lo tanto necesitamos mejorar nuestra memoria, y algo que nos ayudaría con eso es simple organización: Anotar qué propósitos tenemos, por qué, y cómo esperamos lograrlos, y consultar esa información durante todo el año para asegurarnos de recordarlo todo y  que no estamos dejando de accionar para cumplir dichos propósitos. 

4) Idea planes para cumplir tus propósitos:

Existe una gran diferencia entre deseo, y propósito, mientras que un deseo es simplemente algo que quisiéramos que pase, un propósito es un deseo que está encaminado a cumplirse porque ya hay una estrategia o plan detrás, ya hay pequeñas acciones para hacer que se cumpla. Cometemos el error de simplemente pedir doce deseos en año nuevo mientras comemos uvas, y no pensarlos como propósitos que tenemos que cumplir. 

Pregúntate ¿Qué puedo hacer yo para que este deseo se cumpla? Si quieres algo no simplemente digas “quiero esto”, di “quiero esto y lo voy a conseguir de tal forma”, porque si te quedas solo en el “quiero” estás pidiendo un simple deseo que tal vez no se cumpla, en cambio, si defines cómo podrías actuar para que se cumpla, estás estableciendo un propósito con posibilidades reales de que se cumpla.

5) Establece rutinas que te ayuden a accionar:

Vas a necesitar disciplina para cumplir tus propósitos, lo siento pero no basta que definas qué quieres y porqué, te acuerdes de ello, y tengas una idea de qué podrías hacer para que se cumpla, eso es sólo la teoría, y de nada te sirve si no la pones en práctica. Necesitas configurar rutinas en las que metas las actividades que has determinado que te van a ayudar a cumplir tus propósitos, y debes cultivar el hábito de hacer esas cosas, es verdad que cuando no estamos acostumbrados a hacer ciertas cosas, puede ser difícil al principio hacerlas, así que, si lo sientes así, prueba empezar con un ritmo tranquilo y poco a poco aumenta la intensidad, así vas a agarrar el hábito con mayor facilidad y lo vas a conservar. 

Por ejemplo, si tu propósito es ponerte en forma, y la acción que vas a llevar a cabo para lograrlo es hacer ejercicio, no es la mejor idea que te obligues a hacer una rutina increíblemente intensa de dos horas el primero de enero, en la que terminas matándote para terminar con tal de quemar miles de calorías, porque quizás la terminas y quemas esas miles de calorías, pero como tu cuerpo no está acostumbrado vas a odiar esa rutina que hiciste y acabarás muy adolorido(a), y el ser humano no es capaz de hacer algo que le cause dolor o disgusto todos los días durante todo un año, (mucho menos durante toda la vida, en el caso de que prefieras mantenerte en forma permanentemente y no sólo una temporada), tarde o temprano lo vas a dejar de hacer por lo que, o no vas a cumplir tu propósito de ponerte en forma, o lo vas a lograr, pero no te va a durar después. 

En mi experiencia personal, lo mejor para agarrar el hábito de hacer ejercicio cuando eres una persona muy sedentaria que no estaba acostumbrada a ejercitarse, es que al principio te concentres en hacer que te guste el ejercicio y no tanto en quemar miles de calorías, porque si empiezas con rutinas fáciles de poca duración e intensidad que no te duelan tanto y realmente intentas disfrutar de esa actividad que es el ejercicio, ahí si es fácil que mantengas el hábito de ejercitarte todo el año, porque estarías haciendo una actividad que te gusta, y con un poco de paciencia antes de que te des cuenta no sólo habrás adquirido el hábito, sino que serás capaz de hacer rutinas más largas e intensas en las que quemas miles de calorías en un rato, lo que en consecuencia te pondrá en forma, quizás un poco más lento, tal vez a mediados de año, y no a mediados de enero, pero al menos alcanzaste tu propósito y adquiriste un hábito que podrás mantener durante los próximos años sin hacer ningún esfuerzo. 

6) Determina fechas límite para tus acciones:

¿Alguna vez has escuchado que los seres humanos trabajamos mejor bajo presión? Pues hasta cierto punto es verdad, piensa por ejemplo en la vez en la que en la escuela o en el trabajo se te exigió que cumplieras con una inmensa cantidad de trabajo en poco tiempo, tú normalmente hubieras preferido hacer las cosas más despacio de forma feliz y despreocupada, pero por una exigencia externa te las arreglaste para hacerlo en muy poco tiempo, ¿No crees que esa es la prueba de que eres capaz de hacer muchas cosas rápidamente? Tal vez si quieres resultados rápidos, debas presionarte un poco (solamente no llegues al punto de auto explotarte porque después terminarás enfermándote por estrés y ansiedad).

Sólo piénsalo, tienes un año entero, trescientos sesenta y cinco días divididos en doce meses, una forma de asegurarte de que cumplas tus propósitos de año nuevo es poniéndo fechas límites para las acciones que vas a ir llevando a cabo, de modo que los resultados lleguen conforme vayas cumpliendo con las actividades que te van a ayudar a eso. Puedes establecer que una acción esté completada para febrero o junio, eso ya lo decidirás tú cuando organices lo que harás durante el año, el punto es que te presiones sólo un poco para optimizar tus resultados y asegurarte de alcanzar todos tus propósitos.

Conclusión:

Hacemos propósitos de año nuevo cada año, pero no siempre los cumplimos, por lo tanto es importante que le asignemos un significado a cada uno, establezcamos el porqué nos importa, porqué lo queremos, puesto que el saber eso es el combustible de nuestra motivación; no debemos olvidarnos de mantener el sentimiento de novedad cada día, semana y mes para no dejar ir la energía y la motivación con la que empezamos el primero de enero; hay que asegurarnos de recordar nuestros propósitos durante todo el año y tener planes para asegurarnos de cumplirlos, de modo que accionemos; y hay que meternos un poco de presión con fechas límite para asegurarnos de que todos nuestros propósitos de año nuevo se vean realizados y no se queden sólo en simples deseos. Así que lucha por cumplir tus doce propósitos, y aunque hoy es 6 de enero, te deseo que tengas un feliz año.