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Perdónate por tus equivocaciones

¿Las equivocaciones son algo negativo?:

El error es algo natural que nos cuesta trabajo ver de ese modo y aceptar cuando acontece porque puede representar una avalancha de cosas negativas para nosotros, y tiene sentido que lo sintamos de ese modo, pues durante toda la vida hemos sido adiestrados para ver cosas malas en las equivocaciones, ya que desde muy temprana edad en diferentes áreas de nuestras vidas se nos va enseñando la relación causa-efecto de las cosas, es decir, nos dicen que por todas las acciones que cometemos hay consecuencias, por lo que estamos acostumbrados a sentir repulsión por las consecuencias negativas y a evitar a toda costa las acciones que nos puedan llevar a dichas consecuencias. 

Por ejemplo: De niños aprendimos a no portarnos mal porque si lo hacíamos seríamos castigados, por lo que portarnos mal podía ser un grave error que nos llevaba a un terrible castigo, por lo tanto, una vez castigados ¿Cómo nos íbamos a alegrar por haber llevado a cabo la acción que nos llevó a ese castigo? 

Claro que aprendíamos del error tras el castigo y después de eso intentábamos no volvernos a portar mal, pues queríamos evitar ser castigados por ello, pero a pesar del aprendizaje que obteníamos de haber cometido el error, seguíamos viéndolo como algo negativo. Bueno, se podría decir que es precisamente ese mismo comportamiento el que mantenemos a lo largo de nuestras vidas: Somos como niños que son castigados después de portarse mal, y aprenden a no volverlo a hacer, porque ven la acción que les trajo el castigo como un error; y conforme vamos creciendo vemos cualquier acto que nos trae un resultado negativo como una simple equivocación por la que somos castigados.

Con lo anterior no propongo que cambiemos el sistema por el cual somos educados en la infancia, sino que como personas que ya pasamos esa etapa, aprendamos a dejar de ver la analogía: Error-castigo en cualquier acción que hagamos que tenga una consecuencia desfavorable. De niños nos enseñan las cosas de forma muy binaria como bueno y malo, pero conforme vamos creciendo somos capaces de digerir más matices entre esos dos antónimos, así que hay que dejar de ver las cosas de forma tan simplista como errores que nos traen castigos.

Es cierto que cada acción tiene su consecuencia, y que una acción con una consecuencia negativa puede ser considerada un error, pero no hay que ver al error como algo completamente negro, totalmente negativo, mencioné que podemos digerir más matices que sólo blanco y negro así que ¿Por qué no lo hacemos? ¿Por qué no vemos nuestros errores como colores grises, que sí nos trajeron cosas malas, pero también nos trajeron cosas buenas?

Y podrás pensar ¿Qué demonios tiene de bueno este error que cometí por el que ahora estoy sufriendo? Bueno, como dicen, no puede haber luz sin oscuridad, así que sí tiene que haber luz en esa oscuridad del error, y la primera en la que tienes que pensar es en la enseñanza que te dejó haberte equivocado. 

¿Cómo sabes si aprendiste algo del error que acabas de cometer? Si no hubieras aprendido nada no te hubieras arrepentido de hacer lo que hiciste, y no tendrías miedo de volver a hacerlo ¿No lo crees? A veces el arrepentimiento de haber cometido errores y el miedo a repetirlos es la prueba de que aprendimos algo de ellos. 

Levantarse después de la caída:

Supongo que todos hemos llegado a escuchar la frase de que no tiene nada de malo caerse, pues lo importante es levantarse, y es verdad, aunque pueda ser tan difícil en la práctica como para que esa frase resulte insignificante en nuestras vidas en los momentos en los que la deberíamos aplicar. Probablemente no es sencillo levantarse tras una caída, pero se puede hacer y es algo que vale la pena.

Las equivocaciones pueden tener una repercusión tanto en tu presente como en tu futuro, pero al final del día depende de ti cuánto dura la consecuencia o el castigo, como lo quieras ver, si tú tomas un error que ya cometiste que está en el pasado, y lo sigues arrastrando a tu presente y a tu futuro, lo único que estás haciendo es alargarlo aún más. 

Tomemos como ejemplo la natación, cuando estás nadando es esencial que te relajes para poder flotar, si antes de entrar al agua, o ya estando ahí hubo o hay estrés, ansiedad o miedo, tu cuerpo se tensa, y si tu cuerpo se tensa hay una consecuencia en el futuro cercano, la cual es que en vez de flotar como una hoja terminas hundiéndote como una piedra. 

Levantarse después de la caída es básicamente superar un error y seguir adelante, dejándolo en el pasado, es importante que no te tenses por aferrarte a errores ya cometidos que sólo hundirán tu presente y tu futuro, si ya cometiste un error, es cosa del pasado, déjalo ir, deja de obsesionarte con verlo como algo totalmente malo y ve las cosas positivas, concéntrate en lo que aprendiste del error, en los cambios positivos que puedes implementar a tu vida con dicho aprendizaje y dejando el error atrás, básicamente te tienes que perdonar a ti mismo o a ti misma y dejarlo pasar. 

Acepta tus errores y perdónate por ellos:

No voy a mentirte, podemos cometer errores que parecen demasiado grandes, con castigos demasiado malos para nosotros, y cuando te enfrentes a ellos te darás cuenta de que una de las cosas más difíciles en este mundo es perdonarte a ti mismo(a) por tus errores, pero no te preocupes, porque no es imposible, sólo tienes que hacer el esfuerzo de ser amable contigo y ver el lado positivo para que aprendas del error, una vez hecho eso se vuelve más sencillo perdonarte por tus fallos. 

Los seres humanos somos seres imperfectos, eso todo el mundo lo sabe, y resulta irónico, porque vivimos cada día esperando que todo nos salga perfecto, y he aquí la cuestión: ¿Por qué siendo imperfectos esperamos perfección en nuestras vidas? Tenemos que entender que eso no tiene ningún sentido, y aceptar el hecho de que en esta vida cometemos y vamos a cometer muchos errores, pero no es completamente malo, pues como mencionamos, podemos aprender de ellos y levantarnos después de la caída. 

Lo anterior se vuelve especialmente difícil para las personas perfeccionistas, estamos familiarizados con el término “perfeccionista”, tal vez conoces a alguien así o tú eres así, y por un lado es bueno ser perfeccionista, porque la persona perfeccionista es aquella que siempre busca dar lo mejor y explotar el máximo potencial de las cosas, sin embargo, hay una verdad que al perfeccionista no le gusta afrontar, y esa es que ese máximo potencial, ese punto de perfección nunca va a llegar, así que a veces es mejor saber conformarse cuando ya se llegó al máximo potencial de algo, porque después de ese punto no hay más.

Es por eso que las personas perfeccionistas deben entender que nunca alcanzarán la perfección, y parte de eso implica aceptar que en la vida hay y habrá errores y fallos, así que lo mejor es aceptar lo negativo, aceptar la equivocación, y perdonarte después, lo anterior le costará más trabajo a la persona perfeccionista que a la no perfeccionista, pero para ambas, es algo que se puede alcanzar, de hecho se debe alcanzar, porque sólo aprendiendo a manejarte a partir de tus errores es que podrás sentirte pleno(a) en la vida. 

Conclusión:

Cuando se trata de las caídas que tenemos no todo es malo, debemos de aprender a ser optimistas para que cuando nos equivoquemos nos enfoquemos en aprender de la equivocación y ser amables con nosotros mismos para perdonarnos por ella, no podemos ir por la vida esperando perfección y sin aceptar el hecho de que nos equivocamos porque eso sólo nos frustrará, ni mucho menos obsesionarnos con los fallos de nuestro pasado y cargarlos en nuestro presente porque afectará negativamente nuestro ahora y nuestro futuro, para los cuales tenemos dos opciones: Ahogarnos como una piedra por aferrarnos a nuestros errores, o flotar como una hoja por aprender a perdonarnos por los fallos que cometemos. Así que acepta tus equivocaciones, aprende de ellas, y empieza a perdonarte cuando las cometas. 

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¿Cómo romper un círculo vicioso de baja autoestima?

¿Cómo se siente?

La vida duele, soy un ser atascado entre la tempestad del llanto y la marea baja de la ausencia de lágrimas. Siento que me ahogo dentro de una burbuja si no lloro, mis ojos arden y me cuesta respirar si lloro, llore o no llore el resultado es el mismo, al final siempre duele. Vivo en un círculo vicioso donde el odiarme a mí misma o no se vuelve objeto de un eterno debate para mis indecisas emociones, a veces siento que tengo paz interior, y un día de pronto me veo a mí misma y sólo veo un gran defecto sólo por existir.

Siempre es lo mismo: Autocriticarme; replantearme todas mis decisiones de vida, y odiarme por las decisiones que ya tomé, así como por todo lo que soy, odiarme a mí misma; hacer las paces con mis conflictos internos posteriormente; y repetir el ciclo. Estoy atascada en esa melancólica rutina, se vuelve difícil levantarme en las mañanas, y a veces es un agotamiento excesivo el sólo existir para ser el engranaje que gira en la máquina descompuesta día tras día, semana tras semana, mes tras mes. He perdido la confianza y la fe en mí misma, por lo que ¿Para qué molestarme en intentar las cosas? Ya no aguanto seguir siendo el engranaje que gira dentro de la máquina, sólo quiero quedarme estática. 

Proceso introspectivo:

Si algo he aprendido luego de siete años de lidiar con episodios de ansiedad y depresión, cambios bruscos e intensos de ánimo, alucinaciones auditivas, y ocasionales impulsos de automutilación y suicidio, sin ningún tipo de ayuda profesional o medicamento para mis síntomas, es a sobrellevar las situaciones que a simple vista no tienen una solución. Y la forma de sobrellevar las cosas consiste en un árduo trabajo de introspección: Ver dentro de mí, por más difícil que sea.

Pensemos en nuestra persona como si fuera un árbol enfermo, la causa de la enfermedad no se encuentra a plena vista, pues está en las raíces, bajo tierra, lo que significa que hay que encontrarla ¿Y cómo hacemos eso? A base de preguntas y respuestas. Supongamos que por cada pregunta con su respectiva respuesta estamos sacando un puñado de tierra y destapando una raíz de nuestro árbol, esta será la acción clave que tendremos que repetir una y otra vez hasta haber destapado todas las raíces y dado con la raíz enferma, la más profunda, la más escondida, la que duele más desenterrar. 

Podemos partir de una pregunta inicial cómo: ¿Cuál es mi problema? ¿Qué tengo? ¿Qué está pasando? ¿Por qué me siento mal? La respuesta a esa pregunta inicial nos dará información valiosa sobre la cual formularemos otra pregunta, la cual es: ¿Por qué? La respuesta a ese porqué, nos dará más información valiosa de la que volveremos a preguntar ¿Por qué? Y así sucesivamente iremos entendiendo la situación negativa que enfrentamos, excavando hasta la raíz enferma. 

Lo sé, los procesos introspectivos tienden a ponernos en situaciones incómodas, puesto que no resulta placentero ver dentro de ti mismo(a) hacia toda la oscuridad y enfermedad que habita dentro de ti, es algo que te puede hacer sentir mal, puede darte miedo, puede provocar en ti ganas de no seguir desenterrando y salir corriendo de ese lugar para nunca más volver; sin embargo, es necesario ser introspectivos, pues sólo con el conocimiento de qué nos sucede y porqué podremos formular y aplicar soluciones que resuelvan nuestros problemas, es cómo si tuviéramos un coche y ese coche se nos hubiera descompuesto, nunca lo podremos reparar si no abrimos el cofre y comenzamos mirando dentro. 

Formulación de soluciones:

Ya pasamos por el incómodo proceso de mirar dentro de nosotros mismos, ya dimos con la raíz enferma, ya encontramos lo que está descompuesto dentro del carro, pero ahora que averiguamos cuál es nuestro problema, porqué tenemos estos círculos viciosos de baja autoestima ¿Ahora qué sigue?, bueno, como recordarás, te dije que la respuesta a cada pregunta del proceso introspectivo contenía información valiosa, y así es, es por ello que ahora sigue retomar dicha información para idear una serie de posibles soluciones para cada pequeño problema que fue surgiendo en cada raíz, y sobre todo, en la raíz enferma, las respuestas a esos porqués son lo que van a darte indicios de cómo resolverlos para que dejen de ser problemas.

Aplicación de las soluciones:

De poco nos sirve tener mucha información valiosa si solo la dejamos en la teoría, pues así se ve reducida a la nada, como un libro empolvado que nunca se lee y pierde su función de ser leído, no, lo que tenemos que hacer es llevar dicha teoría a la práctica, aplicar las soluciones, y realmente resolver los problemas para así curar la enfermedad y el círculo vicioso que nos mantiene en autocrítica y autoodio, y falta de autoconfianza constantes. 

Claro, como todo en la vida: Es más fácil decir las cosas que hacerlas, pero pregúntate a ti mismo o a ti misma: ¿Realmente tienes la disposición de aguantar el dolor de una vida con brotes espontáneos de baja autoestima, sólo por no haber hecho algo al respecto? ¿En serio quieres sufrir toda la vida por el mismo problema sin resolver? Por supuesto que no, así que sólo hazlo. 

Conclusión:

Tenemos baja autoestima por inseguridades y conflictos internos sin resolver, los cuales son raíces enfermas en nuestro árbol, mecanismos descompuestos en nuestro carro, estás cosas nos hacen sentir mal, reducen nuestra calidad de vida, nos causan frustración cuando intentamos resolverlas sin atacar el problema de raíz y sólo por las ramas, y es que cuando la baja autoestima es un círculo vicioso en nuestras vidas podemos tratar de arreglarlo después de evaluar nuestro problema superficialmente, pero el resultado siempre es desfavorable, es cómo poner un parche que se terminará cayendo porque no arreglamos el mecanismo por dentro, lo que nos obliga a ir más a fondo, más adentro para arreglar nuestro problema, justo hacia donde no nos gusta ir. 

No te voy a mentir, será incómodo tratar de averiguar el porqué de tu círculo vicioso de baja autoestima, no será nada placentero, te vas a llenar de tierra tratando de dar con la raíz enferma, o de grasa abriendo el cofre de tu carro para mirar dentro y repararlo, pero todo lo que viene después sí va a ser placentero, pues vas a estabilizar tu vida para mantener una autoestima sana como una constante en tu día a día, en vez de cómo una variable que te trae innumerables días malos. 

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Soy muy impaciente conmigo mismo ¿Qué debería de hacer?

¿Por qué es importante tenerme paciencia?

Vivimos en una época moderna e industrializada en la que casi todo se ha ido automatizando, estamos rodeados de dispositivos, electrodomésticos, y toda clase de objetos para hacer nuestras vidas más fáciles; nuestro estilo de vida parte de una serie de acciones establecidas para cumplir ciertos propósitos, es decir, rutinas llenas de actividades que cumplen funciones: Compramos comida y cocinamos para poder comer, o dormimos en las noches para tener energía.

Sólo piénsalo, vivimos en automático, casi como si fuéramos robots, puesto que hay ciertas acciones de nuestra vida cotidiana que corresponden a necesidades que socialmente aprendemos que necesitamos satisfacer, la escuela y el trabajo son un ejemplo de ello: Estudiamos durante años porque nos dicen que eso es lo que nos dará un trabajo, y luego trabajamos porque eso es lo que nos dicen que nos dará el dinero que necesitamos para hacer las cosas que nos permitan sobrevivir, como comer por ejemplo. 

A lo que quiero llegar es que estamos acostumbrados a realizar acciones para satisfacer nuestras necesidades, por lo tanto todo lo que hacemos tiene una intención, un objetivo, y estamos acostumbrados a que dichos objetivos sean alcanzados en períodos de tiempo determinados, por ejemplo, tenemos una idea de cuánto tiempo nos toma cocinar una comida, es por ello que siempre que cocinamos esperamos que la comida esté lista a una cierta hora, esperamos resultados.

¿Pero qué pasa cuando surgen problemas en el camino? ¿Cuándo accionamos y pasado ese lapso de tiempo estimado para alcanzar el objetivo, esté al final no aparece? Durante toda la vida hemos sido acostumbrados a cumplir con horas y fechas límite para alcanzar pequeños objetivos, aunque no seamos conscientes de que lo hacemos, la verdad es que le ponemos caducidad a todo lo que hacemos. 

Por lo tanto, es común que cuando hagamos algo y no veamos el resultado que esperábamos, el objetivo alcanzado, nos sintamos mal, terminemos con emociones negativas como el enojo o la tristeza, lo que nos lleva a la frustración, a la baja autoestima y a la baja autoconfianza, es a partir de esto de donde surge la necesidad de desarrollar la habilidad de ser pacientes con nosotros mismos para poder sobrellevar estas situaciones poco fructíferas que resultan negativas para nosotros.

Entiende que no todas las acciones necesitan de una caducidad:

Todos hemos visto los sellos o etiquetas de caducidad en los productos que compramos, pero ¿Cuál es la función de dichas etiquetas? Básicamente nos dicen por cuánto tiempo sirve un jamón, un pan, o cualquier otro alimento, hasta cuándo lo podemos consumir sin que eso repercuta en nuestra salud, porque pasada dicha fecha de caducidad el producto deja de servir y nos puede enfermar. Pero claro, esto ya lo sabemos, lo que posiblemente no sabemos, es que aplicamos la misma lógica de la caducidad de los productos en nuestras propias acciones.

Lo anterior puede resultar contraproducente, haz el siguiente ejercicio: Piensa en esa actividad que tanto quieres hacer, que ya hasta te desesperó porque sientes que para este punto ya debiste de haber alcanzado el objetivo de dicha actividad, y respóndete a ti mismo(a) ¿Por qué te sientes así? ¿No será que le pusiste una fecha de caducidad a ese objetivo? ¿No será que una parte de ti siente que te va a hacer daño el completar esa actividad y alcanzar dicho objetivo pasada esa fecha de caducidad que tú mismo(a) te impusiste?

Y si te hace daño, si te causa emociones y sentimientos negativos el vivir con tanta desesperación porque según tú, se supone que ya debiste haber alcanzado ese objetivo, ¿Por qué sigues poniendo esa presión sobre ti? No me malentiendas, es normal y está bien que le pongas caducidad a ciertas cosas, ya que te motiva a trabajar duro y esforzarte por conseguir tus logros, lo cual posiblemente no pasaría si no te emocionaras por alcanzar un logro en un lapso de tiempo definido; sin embargo, cuando trabajas demasiado duro, y te esfuerzas demasiado (y toma en cuenta que cuando utilizamos la palabra “demasiado” nos referimos a un exceso negativo, ya que causa daño) y aún así no has obtenido ese logro, se vale cambiar tu fecha de caducidad para reducir la presión y poner en orden tus emociones. 

Desafortunadamente esto es algo que no queremos hacer, y tal vez tú que estás leyendo esto, no quieras alargar esa fecha sólo para relajarte, pues sientes que ya de por sí estás llegando tarde para alcanzar tu objetivo; yo también estoy pasando por todo eso, vivo con desesperación y no me quiero relajar, no quiero darme más tiempo, porque tal vez si cambio la caducidad de mi acción voy a dejar de trabajar tan duro y de esforzarme tanto, y me voy a tardar todavía más, y tú también tienes tus razones para tener miedo y no querer cambiar la fecha de caducidad que te impusiste. 

Pero hay algo que tenemos que entender, y eso es que lo único que estamos logrando es matarnos, cuando te desesperas diariamente porque crees que ya deberías haber llegado a cierto lugar en tu vida ¿No sientes que esto te está matando? ¿No te duele más de lo que puedes soportar? Sólo estás poniendo demasiada presión sobre ti, y no porque te explotes a ti mismo(a) vas a lograr todo más rápido, así que deja ya de pensar eso. 

A veces cuando la presión es demasiada, y el trabajo y el esfuerzo son demasiado, es momento de recorrer tu fecha de caducidad, y eso no es algo malo, sólo te va a relajar, va a nivelar tus emociones, no por eso vas a renunciar, o a esforzarte menos, o a trabajar menos, puesto que se trata de encontrar un nivel de autoexigencia sano para que alcances tus objetivos en el menor tiempo posible mientras mantienes un estado emocional sano, no de dejar de autoexigirte por completo y renunciar a tus objetivos.

Juega con la caducidad de tus acciones:

Tienes que entender que está bien desacelerar el paso cuando vas corriendo muy rápido y ya no sientes las piernas, porque es sólo eso, ir más lento para darte más tiempo de llegar a la meta, no arrastrarte hasta ella y acabar desfalleciendo de cansancio a pleno camino, o llegar a la meta sintiéndote exhausto(a) y mal.  

Por lo tanto está bien que cuando tienes una acción en tu vida programada para satisfacer una necesidad a través de un logro, y le pusiste una fecha de caducidad que ahora por cualquier motivo parece irrealizable por más que te pudieras auto explotar, está bien no auto explotarse y simplemente darse más tiempo, puedes cambiar la fecha de caducidad de tu acción y relajarte mientras sigues trabajando duro y poniendo todo tu esfuerzo, no te va a enfermar el hacerlo, no te va a hacer sentir mal, puesto que una acción no necesariamente es como un producto que una vez caducado te enferma, una acción con una fecha de caducidad expirada sólo puede enfermarte si tú lo permites, si tú te niegas a seguir consumiendo la acción y asignar una nueva etiqueta de caducidad. 

Puedes cambiar la fecha de caducidad de la acción que quieras realizar en el momento que quieras y cuántas veces quieras, eso no hará tu producto menos valioso y rico para ti, a no ser que tu mente se empeñe en verle potencial de enfermedad a tu acción sólo por alargarse un poco más claro, así que relájate, date más tiempo, no seas tan impaciente, y sobre todo, sé más amable contigo mismo. 

 

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Reduce las expectativas irrealistas hacia tu persona

¿Qué son las expectativas?

Hemos sido objeto de expectativas ajenas toda la vida, tus padres esperaban que aprendieran a hablar o a caminar cuando eras pequeño(a), tu familia esperaba que te comportaras, la escuela esperaba que sacaras buenas calificaciones, el trabajo esperaba que cumplieras tu función de generar ingresos, la sociedad esperaba que tu aspecto fuera de cierta manera, etc. Podemos decir que prácticamente el ser humano es bombardeado por expectativas en todos los sentidos, expectativas acerca de cómo debemos ser, qué debemos de hacer, y cómo debemos vivir.

Es lógico pensar que si los seres humanos venimos de un ambiente donde otros constantemente están esperando algo de nosotros, entonces aprendamos a hacer lo mismo, y como la sociedad nos enseñó a seguir ciertos criterios y cumplir ciertas expectativas, al final terminamos formulando criterios y expectativas propias sobre nosotros mismos.

Y es que es ese el mecanismo del mundo, para que sobrevivas en este tienes que seguir un conjunto de reglas, de conductas, las cuales sigues en modo automático después de haberlas aprendido de otros, y luego te enseñas a ti mismo(a) a seguir reglas y conductas autoimpuestas, es decir, propias. Podemos concluir que todo lo que haces se basa en expectativas, ya sea ajenas o propias acerca de cómo debes de ser y actuar. 

El riesgo de las expectativas irrealistas:

No es malo que nuestra vida gire en torno a cumplir expectativas, sin embargo, debemos de ser selectivos para decidir qué expectativas seguir y cuáles no. Existen dos tipos de expectativas: Las realistas, que nos llevan a cosas buenas; y las irrealistas, que nos llevan a cosas malas. 

Cuando tienes una expectativa irrealista, sobre cualquier cosa en general, significa que estás esperando demasiado del objeto sobre el cual pones tu expectativa, y es “demasiado” porque se trata de un exceso negativo, es más de lo que debería ser, y por lo tanto lo más probable es que sea irrealizable. 

Sólo piénsalo ¿Qué es lo peor que podría pasar si tienes una expectativa hacia ti mismo(a) que es irrealizable? Seguramente vas a intentar cumplir esa expectativa una y otra vez, de diferentes formas, vas a invertir tiempo y energía en ello, intentarás de todo para lograrlo, y serás paciente contigo mismo(a) durante algún tiempo, pero fallarás múltiples veces en cumplirla y llegará un punto en el que te quebrarás, la frustración se apoderará de ti, al igual que otras emociones negativas como la tristeza o el enojo, tal vez incluso hasta te dé la depresión. 

¿Cómo detectar las expectativas irrealistas?

Para empezar ¿Por qué tenemos expectativas irrealistas sobre nosotros mismos? A veces generamos una expectativa a partir de un simple deseo, es decir, cualquier cosa que queramos esperamos que suceda, y cómo podemos desear literalmente cualquier cosa en la vida, nuestros deseos pueden tener diferentes niveles de realismo. Puedo ser un astronauta y desear viajar al espacio; o simplemente despertarme de buen humor un día y desear tener un unicornio, ¿Cuál de las dos opciones es más probable que suceda, y cuál es simplemente irrealista? 

Es bueno tener expectativas, y no tiene nada de malo que sean originadas en deseos, después de todo, un deseo nos produce emociones y sentimientos que nos mueven, y canalizados en una expectativa nos lleva actuar con el fin de cumplirla, pero es importante saber qué clase de expectativa estás tratando de cumplir, porque no es lo mismo ser un astronauta que quiere ir al espacio, a simplemente querer tener un animal mítico como un unicornio cuya existencia ni siquiera está comprobada científicamente. 

Así que ¿Cómo sabemos cuando una expectativa es irrealista y alberga un gran potencial de frustración? Tal vez deberíamos echar un vistazo a las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos y preguntarnos si fueron generadas a partir de simples deseos o de cosas que no solo deseamos, sino que hemos analizado y dado con un plan coherente para hacer realidad ese deseo. 

También puedes partir de la cuestión ¿Qué tanto te estás exigiendo a ti mismo(a)? ¿Te estás exigiendo a un nivel insano sólo porque quieres cumplir tu deseo? Puede que la razón por la que tu expectativa es irrealista, no es porque te falte capacidad para poderla cumplir, sino porque estableciste una fecha límite imposible, y eso es lo que te está causando tanta frustración. 

¿Cómo convertir una expectativa irrealista en una realista?

Una expectativa irrealista, si bien contiene un alto potencial de frustración y sufrimiento para ti, no significa que sea una expectativa completamente inútil, piensa en esa expectativa como un borrador que puedes corregir, puedes hacer de una expectativa irrealista hacia tu persona, una realista que realmente te traiga cosas buenas. 

Lo único que necesitas es hacer un trabajo introspectivo, pregúntate: ¿Qué ventajas tengo a mi favor para poder cumplir esta expectativa? Y ¿Qué desventajas tengo en mi contra que me dificultan cumplir esta expectativa y qué puedo hacer al respecto? Una vez que tengas claros tanto tus puntos fuertes y débiles, puedes tomarlos en cuenta para realizar un plan de acción que sea realizable para ti para que puedas cumplir con esta nueva expectativa (ahora realista) hacia tu persona.

Conclusión:

Los seres humanos somos motivados por deseos, que convertimos en expectativas aunque no siempre resulten ser realistas, lo cual nos puede causar mucha frustración y sufrimiento, por lo tanto es importante reflexionar acerca de dónde provienen las expectativas que tenemos hacia nuestra persona y si fueron motivadas por deseos realistas o irrealistas, para que, de ser irrealistas, podamos convertirlas en expectativas realistas que sean realizables para nosotros. Cuando tenemos expectativas sobre nosotros mismos tenemos dos opciones: Mantenernos motivados por sueños y simplemente esperar eternamente a que estos se cumplan hasta que simplemente no ocurra y los terminemos olvidando; o sacar provecho de la motivación de los sueños, pero sin olvidar que los sueños se deben convertir en expectativas con un plan de acción que podamos seguir, para por fin ver esos sueños realizados al final. 

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¿Cómo mejorar mi autoconfianza?

Introducción:

¿Qué es la autoconfianza? El nombre es bastante obvio por sí solo, significa qué tanta confianza tienes en tu mismo(a) para hacer una cierta acción, y cómo las acciones son tan diversas, estas pueden provenir de cualquier ámbito en tu vida, pueden tratarse de actividades relacionadas con la escuela o el trabajo, o cualquier otro aspecto. 

No hay una forma muy precisa para medir la autoconfianza, tal vez tengas mucha de está en un ámbito de tu vida mientras que en otro tengas poca, los resultados pueden variar, ya que dependen de factores como las características de tu personalidad y el contexto en el que te desenvuelves.

Es por ello que no es extraño que tengamos nuestros momentos de alta o baja autoconfianza, pues todos somos diferentes, y nos vamos enfrentando a situaciones nuevas y diversas en las que desarrollamos diferentes miedos inseguridades que van y vienen, por lo que podemos concluir que es normal que nuestra autoconfianza pueda variar, pero creo que lo que de verdad nos molesta a todos es cuando nuestros niveles de autoconfianza tienden a la baja, así que ¿Qué hacemos ante esos casos? ¿Cómo hacemos que está suba? ¿Cómo nos sentimos más cómodos y mejor cuando la tenemos baja? 

¿Por qué te falta confianza en ti?

Para poder encaminarnos a una vida con mayores niveles de autoconfianza en las diferentes áreas de nuestra vida, deberíamos tratar de comprender primero la causa de nuestro problema, es decir, ¿Por qué es que a veces no tenemos confianza en nosotros mismos? ¿Por qué a veces nos sentimos tan inseguros e incapaces con respecto a tantas cosas que tenemos que enfrentar?

Bueno, una posible explicación a nuestra falta de autoconfianza tiene que ver con el contraste entre nuestras expectativas y nuestra realidad. Y es que todos formamos expectativas a lo largo de nuestras vidas sobre diversas cosas, esperamos que ciertos restaurantes nos den cierto servicio, esperamos que un producto cumpla con determinada función, esperamos cierto trato por parte de ciertas personas, esperamos cosas de nosotros mismos, pero ¿Qué pasa cuando nuestras expectativas son radicalmente diferentes a la realidad que nos rodea? La confianza en el objeto en la cual la hemos depositado disminuye, se empieza a derretir como un helado cuando hace mucho calor.

No solo dejamos de confiar en los lugares, cosas, o personas, sino también en nosotros mismos, pues resulta que ocasionalmente nuestra falta de autoconfianza se basa en la carencia de ciertas características deseables que nos gustaría poseer. Pues una cosa es lo que somos y otra cosa lo que nos gustaría ser, y cuando esa diferencia entre ambos extremos es abismal nos cuesta más trabajo confiar en nosotros mismos.

¿Qué pasa cuando te falta autoconfianza?

Ya que entendemos que la autoconfianza es una variable en nuestras vidas y puede disminuir por una realidad muy diferente a las expectativas que depositamos en nosotros mismos, vale la pena tomar en cuenta lo limitante que puede ser para nosotros vivir con baja autoconfianza, es decir, cuáles son las desventajas de ello, para que procuremos mantenernos lo más lejos posible de la baja autoconfianza. 

Y es que una de las mayores limitantes que te puedes poner en esta vida es dudar de tus propias capacidades, creer que no eres suficiente para lograr un determinado objetivo, que no lo lograrías incluso si lo intentarás, que tal vez no vale la pena después de todo, pues no crees en ti para hacerlo. Reitero, pensar eso es un error, porque cuando te autoimplantas en la mente esa idea de que no confías en ti para hacer tal cosa, automáticamente te estás programando para el fracaso, ya que al no creer en ti, no crees en tus posibilidades de éxito.

Por lo tanto, si tú no crees en ti para hacer tal cosa, es probable que ni siquiera lo intentes, o si lo intentas no des el 100% de ti para hacerlo, es decir: No le echas ganas, y el no intentarlo o no esforzarte puede ser la llave que abra la puerta del fracaso.

Y cuando abres esa puerta, también mandas el recuerdo de ese fracaso en particular a tu memoria, y lo que pasa después es que en el futuro, es que continuarás haciendo lo mismo ante una situación similar, es decir: No intentarlo o intentarlo sin ganas, lo que te llevará al mismo fracaso, una y otra vez.

¿Cómo ganar más confianza en ti mismo(a)?:

¿Recuerdas lo que te dije en mi entrada ¿Cómo lidiar con mi ansiedad?? Dije que un truco para eliminar la ansiedad es actuar como si no tuvieras ansiedad, ya que sin la venda de la ansiedad que te impide pensar con claridad para resolver tus problemas de forma eficiente, puedes deshacerte con más rapidez de las causas principales de tu ansiedad, y con ello quitarte la ansiedad también.

Podemos aplicar el mismo truco con el caso de nuestra autoconfianza, sólo pregúntate: ¿Qué haría en esta situación si no me sintiera inseguro(a), si no tuviera vergüenza, si confiara más en mí para hacer frente a lo que está sucediendo? La respuesta a ese cuestionamiento te dirá qué es lo que tienes que hacer, y una vez que lo sepas, será momento de fingir que tienes confianza y seguridad en ti y sólo hacerlo.

Haz la prueba, intenta aplicar este truco en un momento en el que no te sientas muy confiado(a) para hacer algo, después de haberte preguntado qué harías si tuvieras más confianza y haberlo hecho lograrás darte cuenta de que no era tan difícil después de todo, que aunque dudabas de ti, tenías la capacidad de hacerlo, entonces podrás decir que ya lo hiciste, y cómo ya lo hiciste, más adelante recordarás que lo lograste y te sentirás confiado(a) para desempeñarte en esa actividad o alguna otra parecida en el futuro.  

Olvídate de las expectativas irrealistas hacia tu persona:

Con respecto a este punto me gustaría citar un fragmento de la canción Lower your expectations del artista y comediante Bo Burnham, la cual da un gran consejo para encontrar el amor en la vida, el cuál es que dejes de tener expectativas demasiado altas e irrealistas sobre las personas, y simplemente elijas una a la cual amar, la canción dice así:

(…)

You want a guy that’s sweet

A guy that’s tough

A feminist who likes to pay for stuff

The kinda guy that gets along with your friends

Without being attracted to any of them

A good boy, a bad boy, a good bad boy

A half good, half bad, half boy

Loves your brother sensitive but not weak and

Is a great lover calls your mother on the weekend

Then you might think that this guy only exists in your mind

Well guess what

You’re right

If you want love

Lower your expectations a few

(…)

Qué traducida al español significa:

(…)

Quieres un chico que sea dulce

Un chico que sea rudo

Un feminista al que le guste pagar por cosas

El tipo de chico que se lleve bien con tus amigas

Sin sentirse atraído por ninguna de ellas

Un chico bueno, un chico malo, un chico bueno y malo

Medio bueno, medio malo, medio chico

Que quiera a tu hermano, sea sensible pero no débil

Qué sea un gran amante, que llama a tu madre los fines de semana

Entonces podrías pensar que este chico solo existe en tu mente

Bueno, adivina qué

Tienes razón

Si quieres amor, reduce tus expectativas un poco

(…)

Si bien, la canción te aconseja reducir tus expectativas con respecto a otra persona para poder amarla; también podemos aplicar el mismo consejo para con nosotros mismos, lo cual nos ayudaría no solo a amarnos a nosotros mismos, si no también a no esperar demasiado por nuestra parte, reducir nuestras irrealistas expectativas para sentirnos más relajados y confiar más en nosotros mismos para hacer las cosas. 

Y es que a veces nuestra falta de confianza se debe a que simple y sencillamente esperamos demasiado de nosotros mismos, nos exigimos más de lo que deberíamos, tenemos expectativas demasiado altas, ¿No sería mejor reducir nuestras expectativas un poco, tal y cómo sugiere la canción?

Conclusión:

Todos tenemos la capacidad de ser personas confiadas en sí mismas, pero no siempre nos damos cuenta de ello, y nos limitamos a no creer que somos capaces de hacer una cosa o la otra, dudamos constantemente, nos esforzamos menos, lo intentamos menos, y sólo por eso nos privamos de nuestras capacidades de tener éxito. Debemos aprender a relajarnos, a darnos cuenta de cuando depositamos expectativas demasiado altas en nosotros mismos, de cuando impedimos que nuestra confianza nos deje intentar las cosas siquiera. 

Habrá días en los que te sientas capaz de hacer cualquier cosa, y otros días en los que te sientas incapaz de hacer nada, y está bien, sólo asegúrate de no olvidar quién eres y lo puedes lograr si te lo propones, recuerda no dudar de tus capacidades, esforzarte en hacer las cosas que quieres e intentarlo las veces que sea necesario hasta que funcione. Incluso en los días en los que no te sientas capaz, recuerda que si finges sentirte capaz, terminas sintiéndote capaz. 

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Tengo mala autoestima ¿Qué debería hacer?

Introducción:

La autoestima, ese estado de la condición humana de satisfacción plena con la identidad propia, así como de orgullo y entusiasmo por la misma, son esos momentos, esos períodos de nuestras vidas donde nos aceptamos completamente y sin condiciones, donde nos amamos y no cambiaríamos el ser nosotros mismos por nada en este mundo.

¿Suena hermoso no? Si tan solo fuera una realidad para nosotros, si tan solo no estuviéramos llenos de vergüenza, aversión, y rechazo hacia nosotros mismos, si tan solo nos gustáramos cómo somos, pero ni siquiera eso, porque vivimos cada día pensando en todo lo que está mal con nosotros, en todo lo que odiamos y desearíamos cambiar de nuestra identidad, desde lo superficial que nos devuelve la mirada en el espejo por las mañanas hasta lo más profundo de nuestras almas, mas nunca pensamos siquiera en lo que podemos amar de nosotros mismos.

Pues a veces pareciera que no hay nada que nos guste, nada digno de amor, aceptación, mucho menos orgullo, a veces nosotros mismos somos las personas por las que más desagrado sentimos. Está claro que una de las peores cosas que podemos sentir hacia la propia persona es el rechazo, pero ¿Cómo pasar de una reacción que se siente tan congruente considerando nuestra situación a eso que llaman buena autoestima?

Amar lo negativo de nosotros mismos:

Admitámoslo, es muy fácil decir que debemos amarnos y aceptarnos a nosotros mismos, pero no es igual de fácil hacerlo, Así que ¿Cuál es la manera de lograrlo? Recientemente abordé el tema de la negatividad, cómo este fenómeno nos ciega de la realidad al mostrarnos un sólo aspecto de la misma, (Lee aquí mi entrada: ¿Cómo tener pensamientos positivos?)

En resumidas cuentas, hablé de que debes aceptar la negatividad de la vida, sentirte en paz con ella pero sin resignarse a la misma, entendiendo que el cambio para bien siempre es una opción; del mismo modo darte cuenta de que todas las situaciones tienen aspectos positivos y negativos, no hay nada completamente positivo o negativo, y mientras más rápidamente lo entiendas, más prontamente podrás ver también el lado positivo para así comenzar a actuar y resolver problemas así como ir borrando la negatividad para alcanzar lo mejor de toda situación.

En el caso de la autoestima, pasa algo muy similar, debemos aceptar que somos seres a blanco y negro, con virtudes y defectos, aceptar los defectos sintiéndonos en paz con los mismos (no necesariamente resignándonos a ellos de forma permanente), para así enfocarnos en lo positivo y como convertir lo negativo en algo positivo sin perder el enfoque objetivo de la realidad.

El aprender a aceptar lo negativo de nosotros mismos sin dejar que eso nos deprima, hace que se vuelva muchísimo más sencillo pasar de la aceptación al amor propio, hace que esa delgada línea se difumine, tan sólo haz la prueba, piensa en todas las cosas negativas de tu persona y observa cómo hay algunas que no necesariamente te causan problemas de autoestima, pues aprendiste a aceptarlas, ahora sólo tienes que intentarlo con aquellos aspectos negativos que sí te causan conflicto. 

¿Por qué es tan difícil tener buena autoestima?

Hoy en día vivimos en un mundo rodeado de cánones, estereotipos y modelos de todo tipo que idealizan formas de ser y de actuar para las personas, y cuando no encajamos en estos cánones (que no son más que invenciones sociales), tendemos a pensarlo como algo malo, lo cual nos puede producir inseguridades y baja autoestima. Tan sólo piensa en todos los estereotipos de belleza presentes en la publicidad, y medios de entretenimiento y comunicación que nos presentan un ideal que tiende a hacernos sentir inadecuados e insuficientes, bueno, este fenómeno ocurre con todo lo que puede caracterizar a un ser humano.

Nos vemos rodeados de mensajes que nos muestran cómo deberíamos de ser, a veces de forma irrealista, y al no identificarnos con dichos ideales tendemos a pensar que es por “defectos” de nuestra persona. Si te gustaría profundizar más sobre el tema, te invito a que leas mi ensayo “Obsesión con la imagen corporal”, que habla sobre por qué es que no deberíamos dejarnos guiar por nuestra cultura visual de la belleza.

Sin embargo, en esta ocasión no me enfocaré exclusivamente en la autoestima a nivel físico, por lo tanto me limitaré a responder la cuestión ¿Qué deberías hacer ante esto? ¿Cómo deberías reaccionar en un mundo donde la sociedad te bombardea de expectativas basadas en cánones que dicen cómo deberías de ser y de actuar, las cuales ocasionalmente son inalcanzables?

Bueno, debes crear tus propios cánones, en lugar de seguir la corriente y convertirte en lo que todos esperan que seas, ¿Por qué no comenzar a preguntarte qué es lo que tú quieres en verdad? Si tus problemas de autoestima se relacionan con contextos sociales que posiblemente no se pueden cambiar, comienza a crear tus propios modelos internos de cómo ser y actuar, y síguelos, deja de preocuparte por lo que los demás esperan de ti, y sólo sé tú, tal vez descubras que esas características negativas de tu persona no son defectos después de todo, tal vez sólo los estabas observando desde la perspectiva equivocada. 

Enaltece tus virtudes y trabaja en tus defectos:

Tener buena autoestima puede ser difícil porque implica aceptar y amar los aspectos negativos de nosotros mismos, sin embargo, eso no es todo, pues cuando nos enfrentamos al reto de aceptar y amar lo negativo, también tenemos problemas para amar lo positivo de nosotros mismos.

Podrá parecer extraño, porque ¿Por qué sería difícil amar lo bueno de nosotros? Bueno, esto se debe a que cuando nos enfrentamos a lo negativo, terminamos perdiendo de vista lo positivo, y cuando esto sucede también lo olvidamos. Tal vez eso explicaría por qué tenemos baja autoestima, porque cuando somos incapaces de aceptar y amar lo malo como lo hacemos con lo bueno, nos obsesionamos con lo malo, pareciera que no hay nada bueno con nosotros mismos, y nos sentimos terrible por eso. 

Así que primero acepta que tener defectos es completamente normal, no se supone que no tengas ninguno, pues es lo que te hace un ser humano, por ello debes aceptarlos y una vez que los aceptes te podrás amar incluso con ellos, pues al no estar obsesionado con tus defectos, también podrás ver tus virtudes, las cuales debes enaltecer del mismo modo en el que enalteces tus defectos (cosa que por cierto, deberías dejar de hacer, recuerda que aceptar tus defectos es estar en paz con ellos, pero no significa que no puedas trabajar en ellos). 

Ámate a ti mismo(a):

Sé que lo has escuchado infinidad de veces, pero: Ámate a ti mismo(a), realmente puedes hacerlo, no es algo imposible, habrá días en los que te vas a querer, y otros en los que no te querrás, pero al final, siempre y cuando recuerdes hacer las paces con tu lado negativo, trabajando en el mismo, y dándole más importancia a todo lo bueno que hay en ti vas a comenzar a tener una mejor autoestima. Después de todo, estoy segura de que tienes muchas razones para amarte a ti mismo, aunque a veces te cueste trabajo verlas. 

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Me comparo con los demás ¿Qué debería hacer?

¿Qué es una comparación?

Todos alguna vez en algún momento de nuestras vidas nos hemos comparado con otras personas a nuestro alrededor, ya sea que alguien más nos haga tal comparación y se nos quede en nuestra mente, como un eco que una voz dentro de nuestra cabeza nos lo repite constantemente; o bien que nosotros mismos hagamos la comparación sin ninguna influencia externa.

¿Por qué nos comparamos?

¿Pero cuál es el origen de que nos comparemos con otros? Primero tenemos una carencia, o la idea de una, la definición de una carencia se puede entender metafóricamente como una silueta, una silueta es un dibujo caracterizado por el misterio que transmite, ya que sólo tiene un contorno y un relleno que generalmente es de un color sólido, por lo que no se puede ver el objeto que representa, y la única pista de lo que es, es su figura general. 

La carencia es como una silueta porque sólo podemos ver su figura general, más no su contenido, no entendemos del todo qué es aquello que no tenemos, o porqué lo queremos tanto, de modo que la carencia puede ser tanto algo real, como algo que sólo existe en nuestra mente, casi como un síntoma de ansiedad. 

Una vez que tenemos la carencia molestándonos, volviéndose cada vez más y más significativa en nuestra vida cotidiana, es cuando identificamos a uno o más individuos en donde reconocemos nuestra carencia, sólo que hay una pequeña diferencia que nos separa de ellos, y esta es que ellos no comparten nuestra carencia, sino que nuestra carencia es una posesión más para ellos, y es aquí donde ocurre la comparación y nos preguntamos cosas cómo: ¿Porqué él tiene esto y yo no? o ¿Porqué a él le va bien en esto y a mí no?

El proceso de la comparación:

¿Alguna vez has visto una serie o película de género policíaco? En dicho género, es común ver escenas donde los policías tienen a un sospechoso y le hacen un interrogatorio para que confiese su crimen. Bueno, pues a veces esas cosas suceden con las voces en nuestra cabeza, en dicha escena las voces autodestructivas son los policías, y nosotros, somos los sospechosos a interrogar, somos los acusados de un crimen terrible: nuestras carencias. 

Pondré un caso personal como ejemplo, cuando cuando estaba en la preparatoria solía tener estos interrogatorios en mi mente, me preguntaban cosas como: ¿Por qué a mis amigos les fue bien y yo reprobé? ¿Por qué ellos son buenos estudiantes y yo no? ¿Por qué ellos sí enorgullecen a sus familias y yo no? ¿Por qué ellos son felices y yo no?  

En estos interrogatorios los policías básicamente nos hacen preguntas que implican comparaciones con otras personas, y todas ellas resultan difíciles de asimilar en un principio, pero pronto se vuelve peor, pues el interrogatorio se va tornando más y más agresivo, y aplican la estrategia de responder las preguntas que te hacen en un intento de hacerte confesar, pero no las responden con amabilidad.

No recuerdo con exactitud todas las contestaciones que recibí en mis interrogatorios, pero recuerdo algunas cosas como: “Ellos son listos y tú estás bien tonta”, “Eres muy mala en todo”,  “Eres una idiota”, “Eres una estúpida”, “Eres una inútil”, “No sabes hacer nada bien”,  “Ellos tienen más suerte que tú”, “Ellos son mejores que tú”.

Es esta parte del interrogatorio donde hay más daño, ya que una cosa es compararte con los demás, preguntarte por qué tú careces de algo que ellos no, y otra cosa es obtener respuestas con adjetivos hacia tu persona, palabras ofensivas como: tonta, mala, idiota, estúpida, inútil, todo eso duele. 

¿Y sabes qué es lo peor de todo? El momento en el que te das cuenta de que todas esas comparaciones y ofensas hacia ti, son fenómenos que ocurren en tu propia mente, eres tú quien te está dañando, eres tú las voces en tu cabeza, los policías que te interrogan, acusan e insultan, todo te lo haces a ti. 

¿Qué pasa cuando nos comparamos?

Ya que tenemos claro cuál es el mecanismo mediante el cual nos comparamos con otras personas, es importante pensar en las consecuencias que ocurren durante y después de tales comparaciones, ya que el compararse es un mal hábito que genera un círculo vicioso del cual es muy difícil salir, tal vez nunca salimos de él como seres humanos, y el tener un hábito como este provoca un daño psicológico que puede tener graves implicaciones.

Así que ¿Qué ocurre cuando nos comparamos? Tenemos sentimientos negativos tales como los celos, los cuales ya sabemos de qué tratan, el ¿Por qué él tiene esto y yo no? y la envidia, donde se desea dolorosamente la carencia que para el otro es la posesión. Sin embargo, lo anterior es algo obvio, está claro que sentimos celos y envidia cuando empezamos a compararnos con otras personas, incluso si queremos ocultarlo o evitar el crecimiento de esos sentimientos, son naturales y tienden a surgir en esas circunstancias.

Por lo que considero más importante hablar del efecto desencadenante de los celos y la envidia, cómo son capaces de actuar como si fueran imanes y atraer a otras emociones y sentimientos negativos al cóctel de miseria con el que nos embriagamos. Luego pueden llegar la tristeza, el enojo, la frustración (Lee aquí mi entrada para saber más sobre: “¿Qué es la frustración? ¿Cómo lidiar con la frustración?”), la baja autoestima y autoconfianza, o incluso la depresión.

Y todo este cóctel de sensaciones negativas, terminan actuando como una enfermedad que poco a poco nos consumen y dañan internamente, disminuyendo considerablemente nuestra calidad de vida y creándonos inmunidad a sensaciones positivas tales como la felicidad, por lo que podemos concluir que compararnos con otros, sólo nos hace más infelices.

Si te vas a comparar, hazlo bien:

Entonces, ¿Compararnos con los demás es malo y nunca lo debemos hacer? No necesariamente, porque llegué a hacer una comparación de mí con otras personas, pero con un método diferente y me di cuenta de que la cuestión no es si te comparas o no con otros, sino cómo lo haces. 

A decir verdad, hay beneficios de compararse, si se hace bien claro, pero ¿Cómo escapamos del brutal juicio al que nos sometemos en nuestra cabeza? Aunque parezca difícil de creer, en realidad podemos controlar todo lo que ocurre en el mismo, no debemos olvidar que esas voces, que pronuncian las comparaciones y cosas hirientes que escuchamos, vienen de nuestra propia cabeza, de nosotros mismos, por lo tanto esas voces son nuestras, y podemos controlar lo que dicen. 

Podrá parecer imposible, ya que en este momento estamos en la posición del interrogado, entonces lo que necesitamos hacer es salir de ella, es un simple cambio de papeles donde pasamos de ser la persona interrogada a la que interroga a los policías. 

¿Cómo hacemos eso? Primero, la próxima vez que estés en un interrogatorio, identifica las palabras con las que te contestan, será fácil identificarlas, son básicamente todos los adjetivos que tengan el fin de describirte, y al mismo tiempo de insultarte, palabras como tonta, mala, idiota, estúpida, inútil.

Una vez que las identifiques, rechazalas, piensa que no tienes por qué aceptar un trato así, ni siquiera de las voces de tu propia cabeza, luego identifica cuál fue la comparación que te hicieron antes de contestarte con un insulto, este es el momento de que insistas en la comparación y des el salto de hacer tú las preguntas, y no solo hacerlas, sino también exigir una forma de contestación diferente.

Si por ejemplo la comparación fue ¿Por qué a él le va bien en esto y a mí no? y ya identificaste que te contestaron que eres tonta, mala, idiota, estúpida, inútil; ahora rechaza esa respuesta, automatiza tu mente para no permitir una respuesta nada constructiva y muy destructiva, que no se te olvide que tú no mereces ningún insulto.

Una vez que cambies tu actitud para que esas voces que te están comparando y diciendo por qué los demás no tienen tu misma carencia, vas a lograr que te respondan sin agregar un solo adjetivo o insulto a tu persona, vas a obligar a esas voces a pensar, te vas a obligar a ti a hacer un trabajo de introspección, y una vez que lo hagas, esa crítica destructiva pasará a ser constructiva. 

No te voy a decir que no te compares con otros, está bien compararte con otros, es natural tener una carencia e identificarla como una posesión en una o más personas a tu alrededor, y es normal sentir celos o envidia por ello, pero esos sentimientos negativos necesitan una salida, una que resulte en algo sano para ti. 

Así que si te vas a comparar con los demás, házlo bien, pero no te aceptes ningún adjetivo, ni ningún insulto, asegúrate de que esas comparaciones, te ayuden a entender el origen de tus carencias y a solucionarlo, pero no te permitas el compararte con los demás de un modo que te haga sentir mal, y sólo te cause más y más sentimientos negativos, y te deje con nada más que sufrimiento. 

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Ser demasiado perfeccionista y autoexigente

En nuestra vida cotidiana es normal que se presenten situaciones en las cuales tengamos como opción relajarnos y estar contentos con lo que hay, o presionarnos un poco para que la situación mejore, pensando que cuando pase todo será mucho más sencillo y estaremos más contentos, quizás este es el origen de actitudes de perfeccionismo y autoexigencia.

Ser perfeccionista significa, como su mismo nombre lo indica tratar de hacer que algo sea perfecto, es no conformarse con lo que hay, y tratar de llevarlo a su máximo potencial, pensando que siempre puede ser mejor; consiste en una actitud o comportamiento que una persona puede tener ya sea hacia otras o hacia sí misma. Ser autoexigente por su parte, guarda un gran parecido con ser perfeccionista, salvo que aquí lo que se tiene es una actitud de demanda hacia la propia persona, quizás no buscando la perfección, pero si buscando más de lo que se tiene.

El perfeccionismo y la autoexigencia pueden resultar muy beneficiosas y ayudar al sujeto a alcanzar sus metas y sueños, sin embargo, son armas de doble filo que podrían tener un gran impacto negativo si no se utilizan bien, y por no utilizarlas bien me refiero a los excesos. Hemos escuchado muchas veces que los excesos son malos, pero generalmente lo escuchamos en referencia a objetos con connotaciones negativas de por sí, tales como alcohol, tabaco, o drogas, pero ¿Y qué hay de las cosas con connotaciones positivas? ¿Se puede tener un exceso de estas? Y de ser así ¿Esos excesos serían malos? La respuesta es sí, por lo que me parece muy irónico que no se genere consciencia sobre este tipo de excesos también, pero nunca es demasiado tarde para darnos cuenta de ello.

En este caso quiero hablar de los excesos de perfeccionismo con uno mismo y la autoexigencia. Primero quisiera establecer un paralelismo entre cómo tratamos a otros y como nos tratamos a nosotros mismos, porque a veces somos mucho menos perfeccionistas y exigentes con los demás de lo que lo somos con nosotros mismos, ¿Alguna vez le diste un buen consejo o ayudaste a alguien que la estaba pasando mal? pero dime ¿Alguna vez lo hiciste contigo? Si hay una gran diferencia entre la cantidad de veces con la que has llegado a ayudar a otros, y las que te has ayudado a ti mismo o a ti misma, así como la efectividad de esa ayuda, definitivamente eres menos perfeccionista y exigente con otros que contigo.

Con lo anterior no quiero decir que debes ser más perfeccionista y exigente con los demás de lo que ya eres, sino que tal vez tienes un exceso de perfeccionismo y autoexigencia contigo. Pero ¿Por qué tratas a los demás con más suavidad de la que te tratas a ti? Por simple amabilidad, quieres ser amable con las personas que te rodean, pero tristemente no eres lo suficientemente amable contigo, y eso es un problema. Tratemos de entender primero qué te produce ese exceso de perfeccionismo y autoexigencia y porqué es tan difícil tratar de actuar diferente mediante la siguiente fórmula que expresa lo que sentimos:

Donde  perfeccionismo a la menos infinito más autoexigencia a la menos infinito, que se traduce en la suma de perfeccionismo más autoexigencia; ambas multiplicadas exponencialmente por un infinito exceso negativo, en palabras más sencillas: perfeccionismo y autoexigencia extremistas (ambas variables tienen valores de excesos negativos porque como se planteó anteriormente, el exceso de perfeccionismo y autoexigencia es una cosa negativa).

Del otro lado de la fórmula tenemos la ecuación É=🙂,  que se traduce en éxito igual a felicidad, y no hay que olvidar que É=🙂 es la equivalencia de perfeccionismo a la menos infinito más autoexigencia a la menos infinito. En resumidas cuentas: La suma del perfeccionismo y la autoexigencia (ambas cosas excesivas) es igual al éxito, que a su vez es igual a felicidad; o al menos eso pensamos, tenemos esos excesos de ambas cosas porque creemos que con ello tendremos éxito en un objetivo o meta concreta, y por ello tendremos felicidad.

Y si ahora que entiendes el significado de la fórmula, te identificaste con esa mentalidad, tengo que decirte una cosa importante: Estás en un error, pues perfeccionismo excesivo, más autoexigencia excesiva no es igual a éxito. ¿En qué me baso para decirlo? Bueno, pensemos lo que pasa por la cabeza de las personas excesivamente perfeccionistas y autoexigentes por un momento:

Un perfeccionista extremista valora más los resultados que el proceso o avances en el mismo, es decir, puede pasar horas, días o semanas trabajando en un proyecto, pero si el resultado del proyecto no le gusta, no le dará ningún valor a su proceso, lo que en consecuencia generará sentimientos de frustración, por no mencionar que es probable que base su autoestima y autoconfianza en los resultados que puede generar en determinados momentos, más no es los progresos que puede conseguir.

Por el otro lado, el autoexigente extremista  no tiene límites: Se exige más allá de sus propias capacidades y destrezas, incluso de forma irrealista, y cuando sus expectativas superan sus capacidades, es decir, espera obtener más de lo que puede conseguir, resiente el mismo efecto que el de un perfeccionista extremista: Frustración, baja autoestima, y baja autoconfianza.

Con lo anterior es posible deducir que el perfeccionismo extremista más la autoexigencia extremista ( no es igual a éxito, así que si corrigiéramos la fórmula tendríamos que hacerla una desigualdad:

Y quizás del otro lado de la fórmula (É=🙂) el Éxito sí puede ser igual a felicidad, pero ¿De dónde viene el éxito cuando perfeccionismo extremista más autoexigencia extremista resulta en sufrimiento? Para ti el éxito es sinónimo de cumplir una meta o un sueño, pero tienes que pensar que a lo largo de tu vida tendrás muchas metas y que cada una significará la búsqueda de un  éxito en una fórmula, cada vez que alcances un  éxito en tu vida, la fórmula se reiniciará para una nueva meta o sueño, y tal vez crees que el perfeccionismo y autoexigencia extremos te ayudaron a conseguirlo, pero pregúntate cómo te hizo sentir eso.

¿Alguna vez te ha pasado que el día en el que finalmente logras cumplir tu más grande sueño, el día que tanto soñaste y del cual pensaste que sería el más feliz de tu vida, de pronto no te hace sentir nada, pues aún te sientes miserable? Esto podría ser un síntoma de que inconscientemente aún te crees la errada fórmula:

Entonces ¿Cómo podríamos corregir la fórmula para tener la ecuación que nos indica la equivalencia a É=🙂? Quitando los exponentes  del lado izquierdo de la fórmula, lo cual resultaría en:

Por lo que el perfeccionismo más la autoexigencia (ambos moderados) sí pueden ser iguales a éxito, el cual es igual a felicidad. Ya deja de creerte la idea de que siento perfeccionista y autoexigente de forma extrema te va a ayudar a conseguir tus objetivos y sueños en la vida y que es el único camino viable para ser feliz, pues la realidad es que un exceso de perfeccionismo y autoexigencia, si es que te ayuda a cumplir una meta, te dará sólo un instante de felicidad que será reemplazado por miseria y sufrimiento.

¿Por qué mejor no tener el perfeccionismo y la autoexigencia de forma moderada en nuestras vidas? ¿Por qué no darnos la oportunidad de darnos algo de crédito por nuestros procesos en vez de sólo basar nuestra autoestima y autoconfianza en nuestros resultados? El día en el que quites esos dos excesos en tu vida, va a ser el día en el que dejarás de desgastarte psicológicamente todos los días, y podrás alcanzar metas y objetivos en la vida sin decir que sólo te sientes miserable.