Incendio forestal

Título: Incendio forestal. Autora: Marjaneh Vargas Barajas. Técnica: Escultura. Medidas: 10 x 10 cm (Base) x 34 cm (Alto). Año: 2024.
Título: Incendio forestal. Autora: Marjaneh Vargas Barajas. Técnica: Escultura. Medidas: 10 x 10 cm (Base) x 34 cm (Alto). Año: 2024.

La muerte de los árboles

Cada árbol es único y especial,

es la representación de lo natural.

Se elevan lentamente al compás del girar de la tierra y la luna,

crecen con dulzura, crecen con elegancia y sus frutos curan la hambruna.

Se fortalecen de la naturaleza, se fortalecen con grandeza en cada estación,

y su belleza y poderío trasciende en cada región.

 

Hay árboles altos como rascacielos, que en su grandeza respiran entre nubes,

y los hay bajos como automóviles, donde aprenden a volar las más temerosas aves.

Hay árboles de todos los colores que la luz refleja para el deleite de la mirada,

y de todos los frutos que el humano cosecha, de todos los frutos que el paladar degusta.

 

Son tantos árboles distintos, pero todos son iguales,

todos filtran el aire para que se dé la vida, todos son esenciales.

De la tierra todos vinieron, pequeños, grandes, florales, silvestres o frutales,

de la lluvia todos beben el agua cuando las nubes lloran,

del sol todos hacen la fotosíntesis, cuando sus rayos luminosos el cielo perforan.

 

Cómo milagros de sus semillas brotan,

y de vida la tierra abarrotan.

Nacieron y viven de semillas que albergan vida,

semillas de corazones que palpitan de forma fluida,

semillas de pulmones de respiran sin descansar,

y esperan preservarse, y esperan por años aguantar.

 

Las semillas son los pulmones del árbol y el árbol es el pulmón del mundo,

un pulmón que limpia el aire, y permite la vida en un planeta que era fecundo.

Pero los pulmones del mundo se están incendiando,

y como especie en peligro de extinción se están acabando,

están reduciéndose a cenizas y escupiendo sus restos sobre el manto terrestre,

y el caos no parará hasta que la humanidad un poco de sensibilidad demuestre.

 

Los árboles del mundo se mueren, son incendiados hasta que desaparecen,

y con ello su labor con la naturaleza y la vida concluyen.

Todos los días la naturaleza se pone de luto,

mientras los árboles se van y se acaban, se van, minuto a minuto.

Con cada árbol que muere, se revienta más y más el manto de la tierra, cual burbuja,

y el fuego abrasador que al árbol asfixia y hasta la muerte aqueja,

con la vida terrestre acaba, desde el pájaro hasta el humano,

nadie escapa a la masacre ambiental,

todos resienten la muerte de los árboles, pues cada ser vivo es un animal,

y al final, todos morirán, pues todos tenían pulmones,

y todos necesitaban respirar, sin excepciones.