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Poemas

Mis pastillas de la felicidad

Vivir duele, llorar duele, no llorar duele; ya no distingo si estoy viva, muerta o loca,

a cada segundo se vuelve más difícil respirar, no sé si esta vida es un castigo o un premio, odiarme a mí misma y criticarme hasta el cansancio es mi círculo vicioso,

y no parará hasta que el universo se desgarre y se lleve mi infinito ciclo de autodesprecio, 

mis crisis existenciales desayunan mi alma en medio de un sádico hábito religioso,

y no puedo salir, y no puedo huir de esta depresión que me sofoca.

 

Haré cualquier cosa para salir de este frío agujero,

daré cualquier cosa con tal de no ver más sobre mi cabeza este cielo negro,

quiero algo que cure el moretón de mi corazón y reprograme mi cerebro melancólico,

no me importa que sea paradójico,

que siendo de carne y hueso viva como robot dependiente de baterías,

que sin ellas no funciona ni en las noches ni en los días.

 

Creo que encontré mis baterías, creo que encontré mis medicamentos,

y me da igual que me obliguen a ocultarlos como si fueran vergonzosos secretos,

pues mi única esperanza para seguir en este mundo se han vuelto,

quiero decir que mi recuperación no acabará como mi suicidio, en fallidos intentos, y por eso con miedo sostengo mi felicidad en este frasquito,

mi alegría es tan pequeña, que cabe en la palma de mi mano, y promete ser mi tranquilidad,

tiene formas de pastillas, y tiene forma de semillas para mi infértil cerebro de felicidad,

cómo dulces que alivian la depresión y la locura la tomaré,

y cómo azúcar adictiva la saborearé.

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