Estoy viva pero apenas me sostengo,
la sangre bombea por mis venas, pero aún siento que me ahogo,
mi cerebro piensa, pero luego siento que no existo,
la vida estrangula cada fibra de mí, pero ya me acostumbré a la tortura,
ahora sólo quiero probar la dulce venganza hasta atragantarme,
ahora sólo quiero colgar a la vida, quiero matarla sin tener que darle sepultura,
pero de pura ira voy a caer del precipicio, de pura ira voy a matarme,
soy solo mi propia mascota a quien abandono, pues ya más no puedo cuidarme.
Y es que no sé cómo sanar, no sé cómo vivir, me siento incapaz y pequeña como una niña,
¿Cómo se supone que podré vivir con un corazón y cerebro que ya se han roto?
Cómo flor en invierno mi sistema serotoninérgico se marchitó,
tengo polimorfismos en mis genes de neurotransmisión y serotonina,
también tengo una bocina dentro de mi cerebro reproduce voces que no existen,
y no hay nada que impida que con odio y crueldad me lastimen.
Por todo esto parece que mi cerebro a la felicidad renunció,
y como pez atrapado en una red mi corazón también se asfixió.
Pero aún no lo quiero creer, para mí el diagnóstico de la psiquiatra ya está muerto,
quizás nunca existió, quizás fue sólo la broma de un espejismo,
haré un ataúd y enterraré a este difunto que como plaga me ha carcomido la vida con cinismo,
no sé si está vivo, muerto o inexistente, pero lo enterraré y cubriré con flores de cempasúchil,
y esperaré que mi siguiente esfuerzo por vivir otra vez no sea inútil.