¿Qué es una comparación?
Todos alguna vez en algún momento de nuestras vidas nos hemos comparado con otras personas a nuestro alrededor, ya sea que alguien más nos haga tal comparación y se nos quede en nuestra mente, como un eco que una voz dentro de nuestra cabeza nos lo repite constantemente; o bien que nosotros mismos hagamos la comparación sin ninguna influencia externa.
¿Por qué nos comparamos?
¿Pero cuál es el origen de que nos comparemos con otros? Primero tenemos una carencia, o la idea de una, la definición de una carencia se puede entender metafóricamente como una silueta, una silueta es un dibujo caracterizado por el misterio que transmite, ya que sólo tiene un contorno y un relleno que generalmente es de un color sólido, por lo que no se puede ver el objeto que representa, y la única pista de lo que es, es su figura general.
La carencia es como una silueta porque sólo podemos ver su figura general, más no su contenido, no entendemos del todo qué es aquello que no tenemos, o porqué lo queremos tanto, de modo que la carencia puede ser tanto algo real, como algo que sólo existe en nuestra mente, casi como un síntoma de ansiedad.
Una vez que tenemos la carencia molestándonos, volviéndose cada vez más y más significativa en nuestra vida cotidiana, es cuando identificamos a uno o más individuos en donde reconocemos nuestra carencia, sólo que hay una pequeña diferencia que nos separa de ellos, y esta es que ellos no comparten nuestra carencia, sino que nuestra carencia es una posesión más para ellos, y es aquí donde ocurre la comparación y nos preguntamos cosas cómo: ¿Porqué él tiene esto y yo no? o ¿Porqué a él le va bien en esto y a mí no?
El proceso de la comparación:
¿Alguna vez has visto una serie o película de género policíaco? En dicho género, es común ver escenas donde los policías tienen a un sospechoso y le hacen un interrogatorio para que confiese su crimen. Bueno, pues a veces esas cosas suceden con las voces en nuestra cabeza, en dicha escena las voces autodestructivas son los policías, y nosotros, somos los sospechosos a interrogar, somos los acusados de un crimen terrible: nuestras carencias.
Pondré un caso personal como ejemplo, cuando cuando estaba en la preparatoria solía tener estos interrogatorios en mi mente, me preguntaban cosas como: ¿Por qué a mis amigos les fue bien y yo reprobé? ¿Por qué ellos son buenos estudiantes y yo no? ¿Por qué ellos sí enorgullecen a sus familias y yo no? ¿Por qué ellos son felices y yo no?
En estos interrogatorios los policías básicamente nos hacen preguntas que implican comparaciones con otras personas, y todas ellas resultan difíciles de asimilar en un principio, pero pronto se vuelve peor, pues el interrogatorio se va tornando más y más agresivo, y aplican la estrategia de responder las preguntas que te hacen en un intento de hacerte confesar, pero no las responden con amabilidad.
No recuerdo con exactitud todas las contestaciones que recibí en mis interrogatorios, pero recuerdo algunas cosas como: “Ellos son listos y tú estás bien tonta”, “Eres muy mala en todo”, “Eres una idiota”, “Eres una estúpida”, “Eres una inútil”, “No sabes hacer nada bien”, “Ellos tienen más suerte que tú”, “Ellos son mejores que tú”.
Es esta parte del interrogatorio donde hay más daño, ya que una cosa es compararte con los demás, preguntarte por qué tú careces de algo que ellos no, y otra cosa es obtener respuestas con adjetivos hacia tu persona, palabras ofensivas como: tonta, mala, idiota, estúpida, inútil, todo eso duele.
¿Y sabes qué es lo peor de todo? El momento en el que te das cuenta de que todas esas comparaciones y ofensas hacia ti, son fenómenos que ocurren en tu propia mente, eres tú quien te está dañando, eres tú las voces en tu cabeza, los policías que te interrogan, acusan e insultan, todo te lo haces a ti.
¿Qué pasa cuando nos comparamos?
Ya que tenemos claro cuál es el mecanismo mediante el cual nos comparamos con otras personas, es importante pensar en las consecuencias que ocurren durante y después de tales comparaciones, ya que el compararse es un mal hábito que genera un círculo vicioso del cual es muy difícil salir, tal vez nunca salimos de él como seres humanos, y el tener un hábito como este provoca un daño psicológico que puede tener graves implicaciones.
Así que ¿Qué ocurre cuando nos comparamos? Tenemos sentimientos negativos tales como los celos, los cuales ya sabemos de qué tratan, el ¿Por qué él tiene esto y yo no? y la envidia, donde se desea dolorosamente la carencia que para el otro es la posesión. Sin embargo, lo anterior es algo obvio, está claro que sentimos celos y envidia cuando empezamos a compararnos con otras personas, incluso si queremos ocultarlo o evitar el crecimiento de esos sentimientos, son naturales y tienden a surgir en esas circunstancias.
Por lo que considero más importante hablar del efecto desencadenante de los celos y la envidia, cómo son capaces de actuar como si fueran imanes y atraer a otras emociones y sentimientos negativos al cóctel de miseria con el que nos embriagamos. Luego pueden llegar la tristeza, el enojo, la frustración (Lee aquí mi entrada para saber más sobre: “¿Qué es la frustración? ¿Cómo lidiar con la frustración?”), la baja autoestima y autoconfianza, o incluso la depresión.
Y todo este cóctel de sensaciones negativas, terminan actuando como una enfermedad que poco a poco nos consumen y dañan internamente, disminuyendo considerablemente nuestra calidad de vida y creándonos inmunidad a sensaciones positivas tales como la felicidad, por lo que podemos concluir que compararnos con otros, sólo nos hace más infelices.
Si te vas a comparar, hazlo bien:
Entonces, ¿Compararnos con los demás es malo y nunca lo debemos hacer? No necesariamente, porque llegué a hacer una comparación de mí con otras personas, pero con un método diferente y me di cuenta de que la cuestión no es si te comparas o no con otros, sino cómo lo haces.
A decir verdad, hay beneficios de compararse, si se hace bien claro, pero ¿Cómo escapamos del brutal juicio al que nos sometemos en nuestra cabeza? Aunque parezca difícil de creer, en realidad podemos controlar todo lo que ocurre en el mismo, no debemos olvidar que esas voces, que pronuncian las comparaciones y cosas hirientes que escuchamos, vienen de nuestra propia cabeza, de nosotros mismos, por lo tanto esas voces son nuestras, y podemos controlar lo que dicen.
Podrá parecer imposible, ya que en este momento estamos en la posición del interrogado, entonces lo que necesitamos hacer es salir de ella, es un simple cambio de papeles donde pasamos de ser la persona interrogada a la que interroga a los policías.
¿Cómo hacemos eso? Primero, la próxima vez que estés en un interrogatorio, identifica las palabras con las que te contestan, será fácil identificarlas, son básicamente todos los adjetivos que tengan el fin de describirte, y al mismo tiempo de insultarte, palabras como tonta, mala, idiota, estúpida, inútil.
Una vez que las identifiques, rechazalas, piensa que no tienes por qué aceptar un trato así, ni siquiera de las voces de tu propia cabeza, luego identifica cuál fue la comparación que te hicieron antes de contestarte con un insulto, este es el momento de que insistas en la comparación y des el salto de hacer tú las preguntas, y no solo hacerlas, sino también exigir una forma de contestación diferente.
Si por ejemplo la comparación fue ¿Por qué a él le va bien en esto y a mí no? y ya identificaste que te contestaron que eres tonta, mala, idiota, estúpida, inútil; ahora rechaza esa respuesta, automatiza tu mente para no permitir una respuesta nada constructiva y muy destructiva, que no se te olvide que tú no mereces ningún insulto.
Una vez que cambies tu actitud para que esas voces que te están comparando y diciendo por qué los demás no tienen tu misma carencia, vas a lograr que te respondan sin agregar un solo adjetivo o insulto a tu persona, vas a obligar a esas voces a pensar, te vas a obligar a ti a hacer un trabajo de introspección, y una vez que lo hagas, esa crítica destructiva pasará a ser constructiva.
No te voy a decir que no te compares con otros, está bien compararte con otros, es natural tener una carencia e identificarla como una posesión en una o más personas a tu alrededor, y es normal sentir celos o envidia por ello, pero esos sentimientos negativos necesitan una salida, una que resulte en algo sano para ti.
Así que si te vas a comparar con los demás, házlo bien, pero no te aceptes ningún adjetivo, ni ningún insulto, asegúrate de que esas comparaciones, te ayuden a entender el origen de tus carencias y a solucionarlo, pero no te permitas el compararte con los demás de un modo que te haga sentir mal, y sólo te cause más y más sentimientos negativos, y te deje con nada más que sufrimiento.