No voy a fingir que te conozco, no diré que entiendo por lo que estás pasando, porque no lo entiendo, solamente tú sabes cuánto te duele, y por qué te duele. No te voy a juzgar por tus pensamientos, ni por tus sentimientos, estás en tu derecho de pensar y sentirte así, y si piensas que no hay otra salida, entenderé que tienes tus motivos. Pero aun así, no te quiero dejar ir.
Incluso si no sé tu nombre, si no hemos hablado nunca, si no te conozco, sé que eres un ser maravilloso que tiene cientos de motivos por los cuales vivir, aunque en este momento no pueda verlos, o si los ve estos no parezcan tener importancia alguna. No creo que quieras morir de verdad, creo que sólo quieres dejar de sufrir, y espero que pronto puedas ver que para dejar de sentir dolor y sufrir, no necesariamente tienes que morir.
Sé que ya te hartaste que nadie te tome en serio, que te digan que sólo estás exagerando, que estás bien, que no tienes porqué sentirte así; es demasiado frustrante no recibir ni un poco de empatía, que no te entiendan y te digan que sólo te pongas feliz y ya, como si la felicidad fuera un botón que se puede prender y apagar a voluntad.
Si nadie más te lo dijo antes, yo te lo digo: Tienes toda la razón de sentirte deprimido(a), motivos para tener depresión no te faltan, y es comprensible que ahora la muerte parezca una amiga, pero yo no quiero que te vayas con ella, perdóname si te digo algo tonto o absurdo, no es algo que a una extraña le corresponda decir, pero te pido que luches una vez más por ti.
No soy psicóloga, psiquiatra ni terapeuta, no soy nadie, pero creo que no necesitas a nadie para sanar, sólo te necesitas a ti, y un antidepresivo que se llama arte. Quédate conmigo y yo pondré el arte, no te preocupes por nada, sólo sigue mis instrucciones.
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