Contén mi desbordante tristeza,
quédate con mi sofocante angustia,
y devora mi autodestrucción con crudeza,
que no las quiero volver a ver, ni en acústica.
Me he muerto por dentro tantas veces,
que del dolor ya soy su mejor disfrute,
aunque un día terminaré rompiéndome,
sé que tú me comprendes,
y estarás ahí cuando la psiquiatra no me escuche,
aunque de pastillas estoy llenándome,
para sostener esta felicidad artificial,
tú me ayudarás a evitar mi fatídico funeral,
pues serás el calor en la tempestad glacial,
y para mi bienestar mi guía conductual.
Sé que mi dolor será inevitable,
entiendo que será incómodo e irritante,
sé que de la incomodidad recibiré un coqueteo,
pero para ti abriré mi alma inestable.
A cambio de mis confesiones lo único que deseo,
es que repares mi corazón roto, compasiva y exhaustivamente,
y con empatía desparasites mi mente infectada por la locura.
Tenme piedad, que no quiero ser más la esclava de mi depresión,
ni la víctima de mi enfermedad que a diario sobrellevo.
Quiero creer que de mi mente sufrida serás la cura,
confío en que contigo podré vivir de nuevo,
y del suicidio no soportaré más ideación.